Después de ocho días de protesta popular contra el régimen de Gaddafi, espoleada por las revueltas que ya han tenido lugar en Túnez y Egipto (o eso se supone), y que en este momento se siguen dando en Argelia, Yemen, Jordania, Bahrein y por último Marruecos, la tensión en Libia ha crecido exponencialmente y en la jornada de ayer esta tensión se llevó a Trípoli, la capital del país.
Ante esta situación, y según informa la cadena Al-Jazeera, a Gaddafi no le ha temblado la mano para reprimir las manifestaciones a base de bombas.
Los testigos visuales de los hechos han afirmado que aviones y helicópteros de combate han bombardeado indiscriminadamente el grueso de las manifestaciones, y se aclara que los bombardeos se realizan periódicamente cada 20 minutos. Se habla de al menos 250 muertos.
No obstante, desde los órganos del poder, la versión es bastante diferente. El hijo de Gaddafi declaró que las fuerzas armadas han bombardeado depósitos de armas situados en zonas alejadas de las concentraciones urbanas para evitar que las bandas que crean disturbios puedan conseguir armas, y que la misión de este ataque es proteger al país y no disparar sobre el pueblo.
Por el momento no existen pruebas gráficas ni de una cosa ni de la otra, y todo se reduce a artículos más sensacionalistas que realistas en los grandes medios de comunicación (y no hace falta decir al servicio de quién están).
Por otra parte, el poder de facto por el momento guarda silencio en cuanto al balance de víctimas.
Pero al igual que ya sucedió en Túnez y en Egipto, y yo realmente espero que así sea, si el pueblo está oprimido por el régimen, tiene derecho a la rebelión, y si es así está llamado a derrocar a Gaddafi y a todo aquel vinculado directa o indirectamente a su régimen.
No obstante, también los ciudadanos del mundo tenemos derecho a tener una información objetiva, a poder barajar distintas opiniones, y juzgar justamente al que haya que juzgar.
Particularmente me llama la atención cómo los medios de comunicación se han volcado contra Gaddafi, cuando contra Ben Alí en Túnez o con Mubarak en Egipto no mostraron esa feroz hostilidad que están mostrando con Gaddafi... la OTAN no se planteó la invasión de Egipto, sabiendo que era una dictadura, pero sí la de Libia... ¿quizás porque Ben Alí y Mubarak eran aliados estratégicos del imperio yankee? ¿quizás porque Gaddafi haya nacionalizado el petróleo libio?
Desde la Trinchera del Infierno quiero mostrar mi absoluto apoyo al pueblo de Libia y animarlo a conquistar una libertad que ningún "mesías" tiene derecho a secuestrar, ni en nombre del socialismo, así como otros tampoco pueden hacerlo en nombre de la democracia (sí, me refiero a Estados Unidos).
Es el pueblo el que debe liderar su propia revolución.
Lo que también espero es que si finalmente cae el régimen de Gaddafi, el nuevo gobierno respete una democracia participativa, huya de los fundamentalismos islamistas, y no deje de promover una economía social (ni qué decir tiene que también espero que sea independiente de los Estados Unidos, como hasta ahora).
EDITADO: Invito a todos los lectores de este artículo a que conserven la posibilidad de la duda sobre todo lo que los grandes medios de comunicación informen respecto a Libia, Gaddafi y las revueltas, sobre todo porque la mayoría de las informaciones son dadas por la cadena Al-Jazeera, y sabiendo que está al servicio de los intereses de los Estados Unidos, se puede observar un gran interés en la caída de Gaddafi, un interés mucho mayor que el había por la caída de Mubarak en Egipto, y no es por el pueblo libio sino por su riqueza, por el petróleo.
En principio azoté la imagen de Gaddafi en este artículo, y sigo manteniendo esa actitud en relación al protagonismo excesivo que se quiere dar a sí mismo y a la religión dentro de la Revolución libia, pero vistas las fuentes de la información, por el momento también mantendré la duda de la fiabilidad de los datos que nos arrojen los medios de comunicación, toda vez que no hay pruebas gráficas de los hechos, ni textuales sobre las declaraciones de Gaddafi o alguno de sus mandatarios.
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