Cuando en estos días veo la incansable lucha de la sociedad francesa, de sus continuas movilizaciones, sus manifestaciones, su "guerrilla" urbana cuando se trata de defender sus derechos sociales y laborales frente a los severos recortes que acometerá una reforma laboral similar a la que aquí ya se da por hecha y que muchos ya saborean... no dejan de venirme a la mente más que lamentables "halagos" para la triste y acomodada sociedad española.
En estos días tenemos a nuestro alcance las imágenes y las noticias que llegan de Francia diariamente: imágenes de lucha, imágenes de inconformismo, imágenes de unidad y consciencia, imágenes de esperanza, porque ellos sí creen que hay otra forma de abordar la crisis del capitalismo.
Al compararlo con el caso español, admito que siento ridiculez y vergüenza, a la vez que envidia sana de nuestros convecinos franceses.
Aquí convocamos una huelga general con 4 meses de antelación, una huelga muy sonada en todos los medios de comunicación, y que fue convocada para después de la aprobación de la reforma contra la que se protesta.
Llegado el día, aunque la mayor parte de los trabajadores parecía estar a favor de la huelga, solo la secundaron 4 de cada 10, y ni siquiera llegó a ser un día de huelga completo, pues pasado el "calentón" de la mañana y el mediodía, por la tarde abrieron la práctica totalidad de las tiendas y negocios.
Efectivamente fue una huelga inútil por el hecho de que, aparte de ni despeinar al gobierno, no se paralizaron lo más mínimo sectores claves como el de los transportes o el de sanidad, ni tampoco los funcionarios, donde solo un 3% secundó la huelga.
Si el día de huelga existen los mismos servicios que un día laboral normal, ¿qué clase de huelga es esa?