miércoles, 20 de octubre de 2010

Diferencia entre hacer huelga y hacer el tonto

Cuando en estos días veo la incansable lucha de la sociedad francesa, de sus continuas movilizaciones, sus manifestaciones, su "guerrilla" urbana cuando se trata de defender sus derechos sociales y laborales frente a los severos recortes que acometerá una reforma laboral similar a la que aquí ya se da por hecha y que muchos ya saborean... no dejan de venirme a la mente más que lamentables "halagos" para la triste y acomodada sociedad española.

En estos días tenemos a nuestro alcance las imágenes y las noticias que llegan de Francia diariamente: imágenes de lucha, imágenes de inconformismo, imágenes de unidad y consciencia, imágenes de esperanza, porque ellos sí creen que hay otra forma de abordar la crisis del capitalismo.

Al compararlo con el caso español, admito que siento ridiculez y vergüenza, a la vez que envidia sana de nuestros convecinos franceses.
Aquí convocamos una huelga general con 4 meses de antelación, una huelga muy sonada en todos los medios de comunicación, y que fue convocada para después de la aprobación de la reforma contra la que se protesta.
Llegado el día, aunque la mayor parte de los trabajadores parecía estar a favor de la huelga, solo la secundaron 4 de cada 10, y ni siquiera llegó a ser un día de huelga completo, pues pasado el "calentón" de la mañana y el mediodía, por la tarde abrieron la práctica totalidad de las tiendas y negocios.
Efectivamente fue una huelga inútil por el hecho de que, aparte de ni despeinar al gobierno, no se paralizaron lo más mínimo sectores claves como el de los transportes o el de sanidad, ni tampoco los funcionarios, donde solo un 3% secundó la huelga.
Si el día de huelga existen los mismos servicios que un día laboral normal, ¿qué clase de huelga es esa?


La historia es bien distinta en Francia. En cuanto se hizo pública la intención del gobierno de Nicolás Sarkozy de acometer una reforma laboral similar a la que se ha aprobado en España, con retraso de la edad de jubilación, recorte del gasto público, y con los conocidos recortes de derechos sociales y laborales de los trabajadores frente a los empresarios, la sociedad francesa en su mayoría rechazó tal propuesta y se lanzó a la calle para protestar contra estas medidas y para defender por encima de todo sus derechos sociales y laborales.
A diferencia de España, en Francia se han paralizado los servicios de transporte y abastecimiento, así como las refinerías petrolíferas, poniendo al país al borde del colapso con la ausencia de combustible y la total o parcial parálisis de los aeropuertos.
El gobierno ha tenido que intervenir de urgencia para asegurar algo de abastecimiento, pero la "guerra" a la que lo está sometiendo la ciudadanía francesa está siendo muy dura y se recrudece por momentos.
A los trabajadores y sindicatos se les han unido los estudiantes, que mantienen una lucha diaria en las calles, conscientes de los derechos que les van a arrebatar las reformas que el gobierno quiere llevar a cabo.


Allí no paran de luchar, de gritar y de mostrar su firme oposición a la política del gobierno francés, que de momento se niega a ceder, pero al que el pueblo está castigando sin dejarle espacio para respirar. No hacen como en España, que patalean un poco durante media mañana, y después se van de cervecitas a "celebrarlo".


Mientras en España, con esta última, se cuentan 7 huelgas generales desde la vuelta de la democracia, en Francia llevan 9 huelgas generales sólo en lo que va de 2010. Y las huelgas no duran un día, sino que se van autoprorrogando diariamente si continúa el atropello a los derechos de los ciudadanos.
Definitivamente, en Francia hay otra cultura de huelga que no tiene nada que ver con la española.


Es la diferencia entre hacer huelga de verdad y hacer el tonto. En Francia la sociedad es mucho más consciente de la situación, es más consciente de los derechos que se les quieren quitar para beneficiar a los poderosos, para alimentar a los oligopolios financieros con el sudor de los trabajadores, son mucho más conscientes de la injusticia que supone y del esclavismo enmascarado que pretenden las grandes empresas, la banca y las esferas financieras.
Allí la sociedad se toma en serio la huelga y ejerce su derecho.


Aquí nos conformamos con sacar dos pancartas a la calle durante media mañana, cedemos ante la coacción de los empresarios y el miedo que inculcan a perder el empleo, y nos callan con cualquier miseria que nos ofrezcan.
En España la sociedad está paralizada, adormilada, lobotomizada, apenas nos movemos para algo que requiera más esfuerzo del normal.
Se escucha a gente gritar, pero la sociedad parece no identificarse con lo que sucede en la vida real, no se lo toman como algo que les vaya a afectar en sus vidas... y ahí es donde se refleja el poder de aborregamiento de los medios españoles (de los que son dueños aquellos que defienden la reforma laboral), desviando la atención hacia cosas que no nos duelen, haciéndonos fieles partícipes del sistema que nos pretende esclavizar pero sin darnos cuenta... y así estamos, que estamos más preocupados por las peripecias de Belén Esteban en los contertulios de la telebasura que por lo que pretenden hacer en Moncloa y en Bruselas con nuestros derechos, aquellos que nos han permitido mejorar nuestra calidad de vida.


En Francia la gente está hecha de otra pasta, son un pueblo luchador, un pueblo insumiso, demostrado históricamente, como en la revolución francesa del siglo XVIII, que culminó con la toma de la Bastilla y que sirvió para poner fin al feudalismo.

Aquí ni siquiera hemos sido capaces de darle carpetazo a la caduca monarquía.

Una imagen vale más que mil palabras, por ello termino dejando unas imágenes que representan la lucha del pueblo francés, símbolo histórico de resistencia.









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