Las múltiples corrientes socialistas


Hoy en día, en las llamadas democracias occidentales, es común asimilar la palabra "socialista" a un determinado sector político que dentro de los márgenes de una economía de mercado capitalista, se sitúa en lo que podríamos llamar el centro-izquierda del espectro ideológico.
Pero aunque ésta sea la asimilación común al término "socialista", sepamos que en estos sistemas se refiere en la amplia mayoría de los casos al término "socialdemócrata", que mantiene grandes diferencias con el socialismo real, sobre todo teniendo en cuenta que en los últimos años la socialdemocracia como sistema político se ha expandido hasta el punto de que engloba tanto al centro-izquierda como al centro-derecha.

Para entenderlo mejor, empecemos por definir el socialismo.
Resumido brevemente, el socialismo es un orden socio-económico que se basa en la propiedad social de los medios de producción, y el control colectivo y planificado de la economía por parte de la sociedad.

Karl Marx
Karl Marx entendía el sistema socialista de modo que al establecerse la propiedad colectiva de los medios de producción, desaparece cualquier forma de propiedad privada de los bienes de capital, y con ésta, el capitalismo como forma de apropiación del trabajo asalariado, que en la teoría marxista supone una forma de explotación por la vía económica. Siendo el capitalismo la última sociedad con clases dentro de la secuencia histórica de los modos de producción, esto comportaría a su vez la desaparición de las clases sociales que son generadas por los diferentes orígenes del ingreso, dando así por superada la lucha de clases y quedando únicamente la dialéctica, la lucha entre lo nuevo y lo viejo como motor histórico en procura de la superación constante en espiral ascendente para el bienestar y la felicidad de la raza humana.
También se suele asociar el término "socialista" al de "comunista", pero a diferencia de lo que ocurre con el concepto de "comunismo", en el cual la contribución a la producción común es libre y no planificada mientras que el consumo se vive en común, el socialismo describe la organización colectiva de la producción y la distribución mientras el consumo permanece siendo particular.

En conclusión, el socialismo está vinculado con el establecimiento de un orden socio-económico construido por, para, o en función de una clase trabajadora organizada sin un orden económico propio, y para el cual debe crearse uno público, ya sea mediante revolución, evolución social o mediante reformas institucionales, con el propósito de construir una sociedad sin clases estratificadas o subordinadas unas a otras.

Sin embargo, pese a perseguir unos objetivos sociales claramente marcados de inicio, la forma de interpretar la teoría marxista y la forma de llevarla a cabo es lo que divide al socialismo en numerosas corrientes, y que en función de sus métodos a veces se distancian en mayor o menor medida de su etimología original, e incluso se da el caso de variaciones o desviaciones drásticas de la teoría marxista original.


Marxismo-leninismo

Así, surgió primeramente la corriente marxista-leninista (conocida también como bolchevismo) puesta en práctica por el líder revolucionario ruso Vladimir Ilich Ulianov "Lenin", que fue el primero en establecer un proyecto de modelo socialista en una nación.
Lenin
En su visión del marxismo, entendía que la clase obrera, para alcanzar sus objetivos sociales marcados, debía estar organizada por un destacamento de vanguardia que dirigiese su lucha, el Partido Comunista. Según Lenin, los objetivos del partido sólo podrían ser alcanzados a través de una forma de organización disciplinada conocida como centralismo democrático, que suponía potenciar la disciplina consciente y el sacrificio voluntario de la libertad en aras de la máxima eficacia.
En la metodología del centralismo democrático las discusiones y decisiones fluyen de abajo a arriba y de arriba a abajo, en un viaje de ida y vuelta entre el órgano inferior y el superior.

El leninismo mantiene que el capitalismo sólo puede ser vencido a través de los medios revolucionarios, y que cualquier intento de reformar el capitalismo está destinado al fracaso. La destrucción del Estado capitalista se debe dar a través de la revolución proletaria, y reemplazar a ese Estado por la dictadura del proletariado, un sistema de democracia de los trabajadores, en el que los trabajadores tendrían el poder político a través de consejos llamados soviets.

A este sistema se le considera el primer sistema comunista de la historia moderna, el que nació con la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas).
Bandera de la URSS

Stalin
Tras la muerte de Lenin y la sucesión en la Secretaría General del partido de Iósif Visariónovich Dzhugashvili, conocido comúnmente como Stalin, la URSS vio cómo su desarrollo se vio considerablemente acelerado por la aplicación de nuevas políticas económicas, y en la cual las mayores decisiones pasaron a ser asumidas por el Comité Central del Partido Comunista y el Politburó.

En el seno del gobierno de la URSS tuvieron lugar una serie de transformaciones y deformaciones burocráticas que reprodujeron tensiones y oposición a las propias políticas del socialismo dentro de los órganos del partido, y esto fue lo que derivó en las famosas purgas. Según algunos analistas e historiadores, en la etapa posterior a las purgas, en el partido se volvieron opuestos a la filosofía autogestionaria y democrática del socialismo como tal, al concentrarse las decisiones mayoritarias en el Politburó y el Comité Central del partido, y no en los sóviets.

Según la prensa occidental este sistema se caracterizó, políticamente hablando, por ciertos procedimientos de control hacia la población, la instauración y consolidación en las distintas esferas de poder e instituciones de una clase burocrática perteneciente o fuertemente vinculada a la jerarquía del partido, la persecución del revisionismo ideológico tanto dentro como fuera del partido, y el culto hacia la figura del máximo dirigente.
Si bien tanto los que vivieron cerca de Stalin como críticos profundamente hostiles hacia él parecen coincidir en que el culto a la personalidad que se le atribuye nunca fue deseo y obra de Stalin, y que fueron precisamente sus opositores, de dentro y de fuera, los que utilizaron este argumento para satanizar su imagen, y con él la del modelo que implantó y que fue adoptado por la práctica totalidad de los denominados países socialistas del siglo XX, utilizándose así como instrumento de propaganda en Occidente en el contexto de la Guerra Fría.
De igual manera tampoco pudo demostrarse nunca la inmensa cantidad de millones de muertos que se le atribuyen a la llamada dictadura estalinista.

En el plano económico, las colectivizaciones de granjas y una eficaz planificación de la economía llevada a cabo por el gobierno de entonces, apoyada por los planes quinquenales, dieron lugar a un rápido crecimiento de la economía y a la aceleración de la industrialización, lo que llevó a la URSS a convertirse en una superpotencia a nivel mundial.

León Trotsky
Otra característica importante del estalinismo era la defensa del socialismo en un solo país, lo que lo diferenciaba desde el primer momento del trotskismo, corriente que promulga las ideas de Lev Davidovich Bronstein (conocido mundialmente como León Trotsky) del movimiento comunista internacional y la teoría de la revolución permanente.

Según la concepción trotskista de la Revolución Permanente, la burguesía contemporánea de los países atrasados es incapaz de llevar a cabo la revolución democrática burguesa, debido a factores como su debilidad histórica y su dependencia del capital imperialista. Por tanto, es el proletariado el que debe encabezar la nación hacia la revolución, empezando por las tareas democráticas y continuando por las socialistas. Además, la revolución no puede limitarse a una nación concreta, sino que debe ser internacionalizada porque sólo sobrevivirá si triunfa en los países más avanzados.



Juche
Kim Il-Sung

Tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial en la zona del Pacífico, los Estados Unidos dividieron la península coreana por el paralelo 38 tras el acuerdo al que llegaron con la URSS. Al norte de dicho paralelo, en la zona ocupada por la fuerzas soviéticas, se instauró un Estado independiente de la mitad Sur ocupada por los estadounidenses, la República Popular Democrática de Corea (o Corea del Norte), que tuvo en la persona de Kim Il-Sung a la máxima representación, quien desarrolló una desviación del marxismo-leninismo conocida como Juche.
La principal idea del Juche es que el hombre y la mujer son los responsables de sus destinos. Esta máxima en un sistema revolucionario traslada al conjunto de personas que componen las masas populares la autoría de la revolución y su desarrollo. De esa manera, cada coreano tiene su parte de responsabilidad en el destino de la colectividad.

Algunas de las características más notorias del Juche son: la defensa de la independencia económica y política respecto a países extranjeros, el considerar el aspecto militar el pilar básico de la política, el voluntarismo, el respeto y defensa de la cultura tradicional coreana, y, sobre todo, el nacionalismo, la exaltación de los símbolos nacionales y la defensa de la patria ante la amenaza del imperialismo.
Según los medios de comunicación occidentales oficialistas, el Juche es un sistema estalinista mezclado con el nacionalismo, en el que se vulneran derechos civiles básicos como la libertad de expresión, de prensa y asociación. Pero lo cierto es que prácticamente no se poseen datos sobre las acciones políticas ni sobre la vida ciudadana en Corea del Norte, debido sobre todo a la desconfianza de ésta respecto a la incursión de medios de comunicación afines al imperialismo internacional y su conocida tergiversación de la realidad según su conveniencia.

Se suele afirmar en Occidente que Corea del Norte sufre una dura y represiva dictadura, pero la realidad es que no existen datos ni fuentes que corroboren con claridad tal afirmación.
Lo que se conoce es que es una nación que en su día decidió no depender de otras potencias extranjeras, ni en lo político ni en lo comercial, y que en su visión puramente autónoma tomó la vía del socialismo (una de las tantas vías al socialismo), y que su ciudadanía ha asimilado el socialismo como parte propia de la cultura coreana, de la misma forma en que el respeto hacia el líder de la revolución y el considerado padre de la patria socialista, Kim Il-Sung, se ha ligado progresivamente a las costumbres tradicionales coreanas.


Maoísmo
Mao Tse-Tung

Otra corriente derivada del marxismo-leninismo es el maoísmo, teoría desarrollada por el líder revolucionario chino Mao Tse-Tung, y que se diferenciaba del marxismo-leninismo soviético básicamente en la idea de que la fuerza revolucionaria se encontraba en el campesinado (Lenin veía la fuerza revolucionaria sobre todo en los obreros industriales), el cual subsistía oprimido por los señores feudales latifundistas en la China de la primera mitad del siglo XX.

Un concepto clave que distingue al maoísmo de otras ideologías comunistas es la afirmación de que tras la toma del poder subsisten las clases sociales y por lo tanto continúa la lucha de clases durante el gobierno socialista (como resultado de la contradicción antagonista fundamental entre el camino capitalista y el comunista). Incluso cuando el proletariado ha alcanzado el poder estatal a través de una revolución socialista, la burguesía tiene la capacidad potencial de restaurar el capitalismo.
Según el análisis maoísta, la experiencia soviética mostraba cómo la burocracia enquistada en el aparato estatal podía convertirse en una burguesía de nuevo tipo y restaurar el capitalismo.

Hasta aquí las corrientes más cercanas o derivadas del leninismo, que consideran fundamental el papel del Estado o del partido único dirigente para la construcción del socialismo, el llamado socialismo de Estado.

No obstante, surgieron otras corrientes más críticas con el leninismo, que son las que entrarían dentro del llamado socialismo libertario.
El socialismo libertario es una forma de socialismo que apunta a crear una sociedad basada en la descentralización política sin clases sociales. Este tipo de socialismo posee un concepto colectivista e igualitarista de la sociedad y aboga por la socialización de los medios de producción, mediante la abolición de las instituciones tales como el capitalismo o la propiedad privada, con el fin de que el control directo de los medios de producción y los recursos sean compartidos por la sociedad en su conjunto.

A diferencia del socialismo de Estado, el cual hace hincapié en el papel del Estado o del partido único como motores de proyectos de ingeniería social que a lo largo del siglo XX se han llegado a considerar totalitarios, el socialismo libertario en cambio deposita su fuerza en los sindicatos, los consejos de trabajadores, los municipios de democracia participativa, las asambleas populares, las organizaciones de base, y otros medios de acción democratizantes paraestatales. La mayoría de los socialistas libertarios buscan reducir a su mínima expresión el rol del Estado (al que consideran baluarte de la sociedad capitalista) para dar paso a otras formas de organización socialista.
En ocasiones se equipara socialismo libertario a anarcosocialismo, sin embargo no todos los socialistas libertarios son necesariamente anarquistas.

Algunas de las ideologías socialistas libertarias más conocidas son el marxismo libertario, el neozapatismo, y el socialismo autogestionario, así como se asimilan a sistemas de democracia inclusiva, democracia participativa y democracia deliberativa.
Otras ideologías como el mutualismo o el anarquismo también comparten puntos con el socialismo libertario.

Por marxismo libertario se entiende a un conjunto de movimientos o teorías que pertenecen al sector disidente del marxismo ortodoxo, generalmente denominado comunismo de izquierda. Presenta ciertos elementos y tradiciones comunes en su visión de un Estado socialista o de la dictadura del proletariado que los hace menos autoritarios que el marxismo-leninismo, y a la vez menos reformistas que la socialdemocracia.
Evidencian un rechazo al centralismo, le dan menos énfasis al Partido Comunista como eje de la organización traspasándolo a las organizaciones obreras, además muestran una apertura a los derechos humanos y a la democracia deliberativa. Incluyen interpretaciones alternativas del materialismo dialéctico, la inclusión de teorías posmodernas, la crítica cultural, etc.

A su vez, dentro del marxismo libertario podemos situar las corrientes denominadas marxismo autónomo, comunismo consejista, luxemburguismo y situacionismo.


Marxismo autónomo

El marxismo autónomo (simplificado muchas veces como autonomismo) es una corriente política surgida desde la izquierda política y es, principalmente, parte de las interpretaciones del marxismo libertario, llegando también a coincidir con algunos postulados del anarquismo.
Promueve un desenvolvimiento democrático y socializante del poder político, la democracia participativa, la horizontalidad, y una constante adecuación de las estrategias y tácticas a las realidades concretas de cada espacio.

Se caracteriza por criticar y evitar el vanguardismo y el burocratismo de los partidos y los sindicatos de izquierda clásicos desde un discurso anticapitalista y antiestatista. Esto apunta a analizar, criticar y evitar en la vivencia la determinación de las estructuras de poder de la sociedad capitalista y estatal, para así crear una autodeterminación de la vida que se base en la capacidad positiva y productiva de los sectores subalternos dentro de la modernidad y así también determinar a la sociedad. 

Comunismo de consejos

El comunismo consejista, comunismo de consejos, o simplemente, consejismo, es una corriente proletaria-revolucionaria surgida en el ámbito de la izquierda comunista germano-holandesa de los años 1920-1930. Su punto de diferenciación y ruptura con la socialdemocracia y el leninismo está en la crítica de los modelos tradicionales de partidos y políticas comunistas.

El comunismo de consejos opone al "comunismo de partido" la autoorganización de la clase obrera en organismos de poder obrero (soviets, consejos obreros, organizaciones de fábrica). En un principio, la dictadura del proletariado defendida por Lenin era similar a esta corriente.

Este tipo de organización y su consolidación (la autonomía proletaria) era, según los comunistas-consejistas, la forma de acción y organización de la clase obrera consciente de su papel histórico y coherente con su autoemancipación. En estos organismos los trabajadores de cada unidad de producción o barrio elegían, para instancias superiores de coordinación, a representantes de sus filas o a representantes conocidos de la clase obrera. Estos representantes eran delegados revocables en cualquier momento.
Aparte de basarse en la práctica revolucionaria de los obreros revolucionarios alemanes, los teóricos consejistas encontraron también un precedente teórico en los textos y la práctica política de Rosa Luxemburgo, cuya defensa de la "acción espontánea" de los trabajadores se oponía al dirigismo de las cúpulas y burocracias partidistas.
Pero los comunistas consejistas llevaron más allá la crítica luxemburguista al dirigismo y al centralismo. Para los consejistas, el papel de los comunistas no era fundar un partido político para dirigir a la clase obrera, sino poner su experiencia de lucha y su acervo teórico al servicio del desarrollo autónomo del movimiento proletario en una dirección comunista. Su actividad de debate, clarificación y propaganda en el seno de la clase obrera no tenía como fin adoctrinar y/o ganar políticamente a los obreros a determinado programa especial, sino el contribuir a que la clase obrera organizada en sus organismos de poder enfrentase y superase, por sus propios medios, los obstáculos que tenía para la victoria revolucionaria sobre la burguesía y la organización comunista de la producción.

Las posiciones consejistas contra el autoritarismo y el dirigismo coinciden en algunos puntos con las concepciones anarquistas sobre la democracia directa. Su visión de la gestión común de los medios de producción por los propios proletarios y no por un "Estado obrero", les aproxima claramente a las tesis autogestionarias de los movimientos libertarios. Sin embargo han llegado a esas posiciones desde una evolución marxista independiente y a través de la ruptura política tanto con la socialdemocracia como con su ala radical, el bolchevismo.

Según el comunismo de consejos, los partidos políticos y los sindicatos son formas de organización correspondientes a la etapa reformista del movimiento obrero, y por lo tanto se transforman en fuerzas contrarrevolucionarias cuando se abre una situación revolucionaria, pues aun cuando sus burocracias dirigentes no tomen abiertamente partido por la restauración del orden burgués, las formas de actividad que caracterizan a partidos y sindicatos (política de jefes) obstaculizan el desarrollo de la autonomía proletaria, que es la precondición de la autoemancipación revolucionaria de la clase obrera.

Luxemburguismo
Rosa Luxemburgo

Siguiendo la misma línea, el luxemburguismo es el movimiento marxista revolucionario creado por Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, conocido por el nombre de Liga Espartaquista, que se caracterizaba por su rechazo total a la guerra de 1914 y su defensa de la democracia obrera frente a la visión militarista del partido que atribuían a Lenin. La frase de Karl Marx "la emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos", era el punto de partida de sus ideas.
Rosa Luxemburgo plasmó con claridad en el siguiente párrafo la filosofía de la Liga Espartaquista:
"La revolución proletaria no tiene ninguna necesidad de utilizar el terror para conseguir sus objetivos. Detesta y repudia el asesinato. No necesita recurrir a esos medios de lucha porque no combate a los individuos, sino a las instituciones, porque no entra en la liza con ilusiones infantiles que, decepcionadas, entrañarían una venganza sanguinaria."

En este mismo sentido, son numerosas las corrientes marxistas opuestas a la burocratización y al dirigentismo de las organizaciones sindicales y partidos tradicionales que reivindican su filiación luxemburguista. Algunas, más que de luxemburguismo, prefieren hablar de comunismo consejista, pero todas toman de la obra de Rosa Luxemburgo la defensa de una cierta espontaneidad revolucionaria del proletariado, la defensa de la democracia obrera y la democracia interna de las organizaciones, así como un internacionalismo radical que les lleva a enfrentarse a los nacionalismos al tiempo que rechazan la aplicación general y universal del "derecho de autodeterminación nacional" según las tesis wilsoniano-leninistas.

Situacionismo

El movimiento situacionista o situacionismo sería la denominación del pensamiento y la práctica en la política y las artes inspirada por la Internacional Situacionista (1957-1972), si bien el sustantivo situacionismo suele ser rechazado por los autores del mismo.

La Internacional Situacionista (IS) era una organización de artistas e intelectuales revolucionarios, entre cuyos principales objetivos estaba el de acabar tanto con la sociedad de clases como con el sistema opresivo al que sirve, y el de combatir el sistema ideológico contemporáneo de la civilización occidental: la llamada dominación capitalista. La IS llegaba ideológicamente hablando a la mezcla de diferentes movimientos revolucionarios aparecidos desde el siglo XIX hasta sus días, notablemente del pensamiento marxista de Anton Pannekoek, de Rosa Luxemburgo, de Georg Lukács así como del llamado Comunismo de Consejos o Consejismo.

Esta corriente, cuyo planteamiento central es la creación de situaciones, emergió debido a una convergencia de planteamientos del marxismo y del avant-garde como la Internacional Letrista y el Movimiento para una Bauhaus Imaginista (MIBI). En 1968 el movimiento propuso el comunismo consejista como orden social ideal.

La construcción de situaciones era, para los situacionistas, una herramienta política para la transformación concreta de la vida de las personas. A partir de la noción de psicogeografía, según la cual el ambiente en que vive un individuo actúan directamente sobre su comportamiento afectivo, los situacionistas querían desarrollar un urbanismo unitario como programa para la transformación integral de la vida, y la construcción de situaciones como herramienta conscientemente subordinada a este programa:

"La vida de un hombre es un cúmulo de situaciones fortuitas, y si ninguna de ellas es similar a otra, al menos estas situaciones son, en la inmensa mayoría, tan indiferenciadas y sin brillo que dan perfectamente la impresión de similitud. El corolario de este estado de cosas es que las escasas situaciones destacables conocidas en una vida, retienen y limitan rigurosamente esta vida. Tenemos que intentar construir situaciones, es decir, ambientes colectivos, un conjunto de impresiones que determinan la calidad de un momento. Si tomamos el ejemplo simple de una reunión de un grupo de individuos durante un tiempo dado, habrá que estudiar, teniendo en cuenta los conocimientos y los medios materiales de que disponemos, la organización del lugar, la elección de los participantes y la provocación de los acontecimientos que conviene al ambiente deseado."



Neozapatismo
Emiliano Zapata

Después está el neozapatismo, que es en un sentido contemporáneo, la corriente ideológica descendiente del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y sus adeptos, que promulgaban el ideario de Emiliano Zapata.
El EZLN adoptó el término y supuestamente la ideología de los zapatistas originales y los magonistas durante la Revolución de 1910, como demandas vigentes en la vida política y social de México. Aunque su ideología incorpora gran cantidad de ideas del marxismo-leninismo y del anarquismo.

El zapatismo pronto se convirtió en puente y espejo para caminar o mirar, según fuera el caso, entre la teoría y la praxis revolucionaria de un siglo XXI supuestamente posmoderno, donde el Neoliberalismo como fundamento ideológico del Capitalismo llevaba las contradicciones de éste a todos los terrenos que tocaba, provocando paradojas como la necesidad, por un lado, de un Estado-nación condenado a desaparecer o por lo menos a quedar reducido a su mínima expresión y, por el otro, a ser garante, en su doble figura de guardián y gerente, de que los desposeídos no impidan la acumulación de riquezas por parte de los poderosos.

De esta manera, desparpajo, rebeldía, sensibilidad, conocimiento de causa, información, medios masivos de comunicación, defensa de la tierra, autonomía y paz, vendrán a convertirse en elementos de un pensamiento de izquierda y anticapitalista, por la humanidad y contra el neoliberalismo. "Un mundo donde quepan muchos mundos", pero, además, donde quien mande "mande obedeciendo".


Socialismo autogestionario

Y la última corriente más conocida dentro del socialismo libertario es el socialismo autogestionario, sistema basado en la participación de las diferentes comunidades cercanas a la vida cotidiana colectivizada (empresa, sindicato, localidad, partido) en la gestión de comunidades políticas superiores (Estado, federaciones, confederaciones, etc.). Junta economía de mercado y competencia, con autogestión y la economía planificada del socialismo, en un solo modelo unificado por el federalismo, generando una forma diferente de Estado socialista.

Las comunidades autogestoras del Estado, Federación o Confederación serían:
  • Comunidad laboral, representado por los sindicatos.
  • Comunidad ideológica, representado por partidos.
  • Comunidad territorial, representados por naciones o nacionalidades del Estado, Federación, o Confederación.
Aparezca la comunidad política superior como Estado o no, según las diferentes concepciones socialistas autogestionarias, dicha comunidad política será garante de un plan económico fruto de la participación del trabajador y ciudadano en los diferente ámbitos de su vida. Resulta imprescindible así en los modelos de Estado autogestionario dotarse de un parlamento tricameral, compuesto por una cámara baja o parlamento, cámara alta o senado con una función de representación territorial y cámara laboral con la representación sindical.

En este sistema, se permitía la propiedad privada de los medios de producción y en servicios, en ciertos sectores económicos secundarios, y bajo ciertos límites que varían según el país. El resto de empresas eran públicas, y controladas por los propios trabajadores de cada empresa, quienes decidían cómo organizarse e invertir, y entre quienes se repartían los beneficios y pérdidas. Los productos de las empresas eran posteriormente vendidos en el mercado privado, lo cual llevó en ocasiones a la competencia entre empresas.

La teoría del socialismo autogestionario es la siguiente:
  • Propiedad social de los medios de producción a partir de determinados niveles de volumen de empleo.
  • Gestión autónoma por parte de los trabajadores de la unidad productiva.
  • Planificación descentralizada, desburocratización relativa basada en actuaciones estatales de carácter indicativo y no jerarquizado (eliminación de fallos del sector público)
  • La Confederación u órgano común de los Estados Confederados sólo se ocupa de sectores clave: sistema bancario, Hacienda Pública (Imposición distributiva).
  • Bajo estas condiciones se permite inversión extranjera y el mercado en resultados, pero corregido (eliminación de fallos de mercado).
  • Derecho de cada partido comunista a establecer su propia vía hacia el socialismo, de acuerdo a las condiciones socioeconómicas y características nacionales (o regionales) específicas que prevalecen en cada país (política de no alineamiento). Esto supone total independencia de cada federación respecto a las demás elegidas democráticamente.
  • Cambiar el concepto de internacionalismo proletario (sumisión al partido-guía) por el de solidaridad internacionalista.
La autogestión implica la propiedad social de los medios de producción y la descentralización máxima de las decisiones, lo cual no impide un acuerdo o conexión con otros entes superiores que deben ser representativos de la base. La autogestión total es imposible en un régimen capitalista convencional, así como en un régimen socialista de planificación central jerarquizada. Supone la participación de la base o sus representantes en todos los entes u organismos del nivel superior, los cuales se convierten en unidades sociales y administrativas libremente constituidas, gestionadas y coordinadas.

La libertad de empresa autogestionada está limitada por las directrices del plan económico elaborado democráticamente. Los sindicatos deben servir como elemento de conexión entre la clase obrera, para evitar los desequilibrios excesivos entre las distintas empresas autogestionadas debido a deficiencias de estructura productiva.

Esta corriente fue la adoptada en la República Federal Popular de Yugoslavia.


Pero sin embargo, después de tantas corrientes socialistas alejadas del liberalismo conservador y del capitalismo, la aplicación de la filosofía socialista a un sistema económico puramente capitalista, engendra una nueva corriente llamada reformismo, que es lo que se conoce como socialdemocracia. He aquí la diferencia fundamental de ésta con el socialismo propiamente dicho de la que hablábamos al principio.

Aunque históricamente, la socialdemocracia partió de las ideas del marxismo, y que su programa político incluye los principios de libertad, justicia y solidaridad en un marco democrático, en las últimas décadas, la socialdemocracia ha ido evolucionando en un sentido que tras adaptarse completamente al orden socio-económico capitalista, han llegado a modificar sus referencias originales, rechazando las teorías marxistas, considerándolas obsoletas para una democracia moderna. En este sentido, su concepción de democracia varía respecto del concepto mantenido por el socialismo y el comunismo, haciéndose partidarios del sistema de democracia representativa del parlamentarismo burgués, en el que las decisiones sobre la política del Estado se toman únicamente en el Parlamento y por los representantes de una nueva clase burocrática dirigente ajena a la ciudadanía civil, la clase política.

Los socialdemócratas mantienen que no existe un conflicto entre la economía capitalista de mercado y su definición de una sociedad del bienestar mientras el Estado posea atribuciones suficientes para garantizar a los ciudadanos una debida protección social. En general, esas tendencias se diferencian tanto del social liberalismo como del liberalismo progresista en la regulación de la actividad productiva, y en la progresividad y cuantía de los impuestos. Esto se traduce en un incremento en la acción del Estado y los medios de comunicación públicos, así como de las pensiones, ayudas y subvenciones a asociaciones culturales y sociales.

El problema viene cuando las políticas sociales tienen que plegarse a lo que en la sociedad moderna se ha constituido como "mercados internacionales", que son los que condicionan toda acción política, social y económica en las actuales democracias occidentales.
En este punto, es cuando los críticos de la socialdemocracia dudan y difieren del concepto de democracia y de participación ciudadana, cuando ésta tiene que seguir estrictamente las reglas de juego que dictan los mercados internacionales.

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Como hemos visto, existe una gran cantidad de corrientes y teorías derivadas del socialismo marxista, y es la razón por la que siempre hablamos en las democracias de hoy en día de la división de la izquierda. Pero si analizamos cada una de ellas, persiguen en su práctica totalidad el mismo fin, que es el de construir una sociedad igualitaria, horizontal, más justa y que busca el bien en un grado común. En lo que se diferencian es en el método a utilizar para llegar a ese fin, que ha llegado a ser la fuente de diversas controversias e incluso del enfrentamiento entre facciones supuestamente de una misma ideología.