martes, 10 de septiembre de 2013

Pan, circo y cortinas de humo


Resulta ya bastante pesado y anodino escuchar en todos los medios la autocompasión, la frustración y la profunda tristeza por la "injusticia" que ha supuesto la eliminación de la candidatura de Madrid para los Juegos Olímpicos de 2020.

Lo más insultante del caso, y es lo que realmente lo hace noticia, es que los medios propagan la idea de que el apoyo de la población española a la candidatura olímpica era "masiva", cuando en realidad nunca ha habido el más mínimo debate en torno al apoyo ciudadano a dicha candidatura; y que pretenden hacer de la frustración y la tristeza de los auténticos interesados, los que iban a sacar la mayor tajada económica, el sentir nacional.

Es posible que el bombardeo mediático haya surtido efecto sobre todo en esa parte de la población española que asume los éxitos deportivos como algo propio y personal, esos que agitan la rojigualda siguiendo al rebaño sobre todo cuando de la selección de fútbol se trata pero que después están muy ocupados para salir a la calle a defender sus derechos. Puede que esa parte de la población realmente sienta la decepción y la frustración de la caída de la candidatura olímpica de Madrid, pero lo justo es aclarar que la mayoría de ellos no suelen ver más allá de lo que es meramente un evento deportivo. Pero un evento de tal envergadura es mucho más que deporte. Detrás había importantes intereses económicos y también políticos, y estos eran sobre todo los que más interesaban a la camarilla de miembros del gobierno nacional, autonómico y local de Madrid junto a multimillonarios empresarios que formaban parte de la comitiva española en Buenos Aires.

Los que defienden a capa y espada la organización de la candidatura de Madrid lo hacen justificando el beneficio económico que, supuestamente, obtendría el país además de los puestos de trabajo que hipotéticamente crearía. Prácticamente lo estaban vendiendo como la solución a la crisis económica. Ahora bien, no todo lo que reluce es oro, y es que la organización de unos Juegos Olímpicos no es gratuita, no todo son beneficios, de hecho requieren de una nada barata infraestructura que en el caso madrileño iba a tener un coste de 1.600 millones de euros. Infraestructura de la cual, según los medios, ya estaba completado el 80%. Y esto, para un país que atraviesa la peor crisis económica que se recuerda en la historia documentada, paralizado por la alta tasa de desempleo y con la corrupción campando a sus anchas, es mucho, salvo que se use para financiar la organización de los Juegos lo recortado de otras partidas del presupuesto, como sanidad, educación, dependencia, cultura o investigación y desarrollo.
Lo negarán hasta la extenuación, pero resulta muy curioso que desde el Gobierno digan que no hay dinero para mantener los servicios públicos tal como los conocíamos hasta ahora y que sin embargo sí lo haya para organizar unos Juegos Olímpicos. Este hecho refleja bastante bien la escala de prioridades de sus señorías los gobernantes del Partido Popular.

Hasta ahora parece que la fórmula de usar el deporte, en especial el fútbol, para distraer y desviar la atención de las masas siempre había funcionado, y había permitido al Partido Popular aplicar su plan de desmantelamiento de lo público sin que se les tambalease el sillón. En este sentido no extraña el interés por llevar unos Juegos Olímpicos, además de la correspondiente tajada económica, a una comunidad en la que se están desmantelando la sanidad pública, la educación pública, y hasta el servicio de aguas públicas entre otros. Tienen una enorme necesidad de distraer la atención de las masas, y el deporte siempre ha sido un eficaz anestesiante para el populacho español. Por eso en el Partido Popular tienen claro que la apuesta para el crecimiento no es la investigación y el desarrollo, no es la ciencia ni la cultura, sino el deporte, que aporta beneficio rápido y además sirve para desviar la atención de otros temas más espinosos.

Pero no nos engañemos, si la solución a la galopante crisis económica que sufre el pueblo español depende de un sorteo internacional, mal vamos. Y aunque Madrid hubiese resultado elegida como sede para los Juegos Olímpicos, no debemos perder de vista que estaríamos hablando para el año 2020. ¿Seguiría sirviendo para entonces la excusa de la crisis económica? ¿hasta cuando no llegarían los beneficios prometidos? y más importante aún, ¿a dónde irían a parar esos beneficios?

Lo lógico sería pensar que los beneficios irían a parar a las arcas del Estado, otra cosa sería ya si esos beneficios superan o no al gasto que supondría la organización de los Juegos, pero hay muchos más actores en la escena aparte de los gobiernos local, autonómico y nacional. Y entre esos actores están también las grandes empresas constructoras, que tendrían en el levantamiento de las infraestructuras un jugoso negocio multimillonario. Empresas que cuentan con todo el favor del gobierno madrileño (¿o es al revés?), y cuya buena sintonía se deja notar en hechos como que Ignacio González, secretario general del PP madrileño y actual presidente de la Comunidad de Madrid, viajase en el avión privado de Florentino Pérez, que como ya sabemos, además de presidente del Real Madrid Club de Fútbol, es el dueño de una gran constructora.
Por lo que analizando a todos los actores, no queda tan claro que los hipotéticos beneficios fruto de la organización de los Juegos Olímpicos fuesen a estar dirigidos a mejorar la situación económica del país, más aún tratándose de un país en el que la especulación urbanística ha sido el pan de cada día en la última década, contribuyendo de manera decisiva a la formación de la burbuja inmobiliaria, una de las causas directas de la crisis económica en España.
Resulta cuanto menos paradójico que los mismos actores que provocaron la crisis económica en España, y los que legislaron en favor de éstos, los mismos que hoy aplican recortes brutales a los servicios públicos esenciales, sean los que vayan a salvar al pueblo español del abismo.

Pero este tipo de cosas son las que al populacho no le interesa saber, sino simplemente que el Comité Olímpico Internacional descartó nuevamente a Madrid, dejando caer entre líneas que los actuales miembros del COI le tienen "manía" a España, insistiendo una y otra vez en que la decisión es incomprensible desde el punto de vista técnico ya que "lo nuestro era lo mejor", y a través de los grandes medios, que son los que propagan esta idea, se intenta tirar nuevamente del patrioterismo de garrafón para desviar la atención, como hemos dicho, de otros temas más espinosos para el Gobierno, porque mientras se hable de los Juegos Olímpicos y del COI no se habla de Bárcenas, ni del caso Gürtel, ni de los sobresueldos en dinero negro de buena parte de importantes cargos del PP, ni de la financiación ilegal del partido que ha puesto en serio entredicho al actual gobierno.

Yo no sé si la candidatura de Madrid era la mejor, pero si fue igual que el inglés de la señora de Aznar, no había mucho que discutir.



Sea como fuere, la cuestión es que se intenta centrar la atención en la decisión del COI, y al igual que con el tema de Gibraltar, alimentar un falso sentir nacional que sirva como cortina de humo para tapar las miserias del actual gobierno.
Pero no todos en este país nos dejamos influir por la "propaganda nacional", y sabemos leer a través de sus cortinas de humo, y es por lo que debo declarar como totalmente falso que todo el pueblo español esté decepcionado por el descarte de la candidatura olímpica de Madrid, porque somos conscientes de que el dinero que se iba a invertir en los Juegos se puede, y se debe, invertir en otras cosas mucho más urgentes, como la sanidad y la educación pública, la investigación y el desarrollo, o políticas de fomento del empleo digno, entre otras muchas.

Otros seguirán felices con el pan, el circo, y ahora también las cortinas de humo.

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