jueves, 7 de abril de 2011

Los lujos de nuestra burguesía

Hace unas horas leía este artículo en el diario 20minutos en el que se dice que los eurodiputados del Parlamento Europeo han rechazado una serie de enmiendas introducidas por el grupo de la Izquierda Unitaria Europea y de Los Verdes en las que se pedía la congelación de sus salarios y el reducir los viajes en primera clase en vistas al ahorro económico.

En vista del actual contexto de crisis económica global en el que algunos países se ven abocados al rescate financiero (como lo fue Irlanda, y como lo va a ser en breve Portugal), y que en todos los países de la Unión Europea se está tomando el patrón estándar de congelar y reducir salarios, y aumentar la edad de jubilación, no sería descabellado ni injusto que esas mismas medidas se aplicaran por igual a la clase política, como supuestos representantes del pueblo que son. Podríamos decir que es su obligación moral, dado que son las medidas que predican para que su pueblo las asuma por el bien de la economía colectiva. Lo mínimo es que quien lo diga predique dando ejemplo.
Pero no, estos representantes no se solidarizan con nadie, lo que demuestra que lo que los motiva a participar en la vida política no es otra cosa que el beneficio económico propio.
No paran de repetir la necesidad de congelación de sueldos y pensiones de la ciudadanía como medidas para atajar la crisis y la recuperación de la economía, pero por lo visto la idea no gusta tanto cuando se trata de tocar los bolsillos propios.
No solo no han aceptado la congelación de sus salarios sino que ya que habían cogido carrerilla, en un completo alarde de inmoralidad para con la ciudadanía, se han negado a dejar de viajar en primera clase. "Pobres" eurodiputados, que los querían meter en clase turista con la plebe, si es que no tienen corazón...

El portugués José Manuel Fernandes, del Partido Popular europeo, ha alegado, en defensa del rechazo de las enmiendas propuesta por el grupo de izquierda, que el Parlamento Europeo ha dado muestras de responsabilidad presupuestaria y de autocontención, por lo que estas medidas de ahorro económico para ellos son innecesarias.

Que se le ocurra a un ciudadano de a pie dejar de pagar los abusivos impuestos fijados por la manada de buitres dirigentes del sistema, por considerarlos innecesarios, a ver qué sucede... en menos que canta un gallo tendría a Hacienda persiguiéndole y congelándole todas las cuentas, y a la Guardia Civil aporreándole la puerta.

Esto no sucede en la clase política prácticamente en ningún caso. Pueden permitirse defraudar y modificar las leyes según les convenga sin que en la mayoría de los casos suceda nada.
La vida política está muy bien pagada, se disfrutan de unos lujos que la mayoría no pueden permitirse, viven al margen de cualquier crisis económica, no saben lo que es no llegar a fin de mes, no saben lo que es sudar sangre para poder llenar la nevera, no saben lo que es no tener más sueldo que para pagar facturas e hipoteca, no saben lo que es hacer cola en el INEM, no saben lo que es que el banco subaste tu vivienda... no saben ni quieren saber todas las penurias que pasan diariamente los ciudadanos, no les preocupa nada, porque disfrutan de unos lujos de tal dimensión que les permiten abstraerse por completo de lo que ocurra a su alrededor. Algunos se lamentan de los males de los demás pero sin levantar demasiado la voz, lo hacen desde dentro de su burbuja y de forma totalmente despreocupada, sintiéndose seguros dentro de esa burbuja. Disfrutan de unos ingresos tan desorbitados en comparación con los de la ciudadanía que resultan ser una total y absoluta falta de respeto hacia la ciudadanía, hacia esa ciudadanía a la que dicen representar.

Piden a sus ciudadanos que se aprieten el cinturón, que sean austeros, y que acepten esos recortes necesarios de sueldos y derechos laborales, cuando ellos ni siquiera son capaces de desprenderse ni del más mínimo de sus lujos.
Aquí prima el individualismo: "primero yo, luego yo otra vez, y después, si me viene bien... pues yo otra vez ¡qué coño!"
Lo único que importa es coger el trozo más grande que se pueda del pastel y a los demás que les den.

La clase política ha tomado el relevo de los antiguos señores feudales, se han convertido en una nueva clase burguesa que vive a costa de los más desfavorecidos.
Pero aunque la clase política sea supuestamente la que gobierne en un país, realmente, la mayoría de ellos, no son más que el brazo ejecutor de la verdadera clase dominante, la de los multimillonarios, la de los dueños de las multinacionales, la de los presidentes de los principales bancos. La ley y el gobierno están hechos a su medida puesto que son los que detentan el poder económico, el poder que lo mueve todo en este mundo globalizado, y utilizan a la clase política, igualmente privilegiada, para hacer prevalecer sus intereses por encima del bien común.

Por eso los ciudadanos vivimos presos de nuestras hipotecas, presos de los disparatados impuestos, presos de un trabajo en malas condiciones y peor pagado.

También me acordaba de una noticia que escuché a mediodía en la que el Banco de España pedía al Gobierno reformas más duras para atajar la crisis. Y nuevamente vuelvo a lo mismo, ¿reformas para quién? Una vez más para los más indefensos, para los que menos culpa tienen. No contentos con los inadmisibles recortes de derechos laborales y sociales, piden aún más reformas. Lo único que les falta es pedir oficialmente la restauración de la esclavitud, porque eso es lo único que buscan los bancos, hacer de los ciudadanos sus siervos, aquellos a los cuales les desplumarán hasta el último céntimo.

¿Algún genio dijo que ya no existían clases sociales? ¿que la esclavitud es historia?
Vivimos en una sociedad llena de sátrapas y caciques, y solo hace falta salir a la calle para verlo.

PD: He empleado más dureza verbal de la que es aconsejable utilizar para que un artículo sea correcto, pero la impotencia, la rabia y la indignación me quemaban tanto que hay cosas que he soltado tal cual las pensaba, y aún así me he contenido mucho para preservar un tono medianamente correcto, y es que realmente no merecen tanto los individuos a los que aquí me he referido.


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