miércoles, 28 de agosto de 2013

Las últimas mentiras sobre Siria


Hace un tiempo, cuando la OTAN y sus tropas mercenarias por fin alcanzaron su objetivo de derrocar a Gaddafi en Libia, ya comenté que sucedería lo que hoy es un hecho. Después de Libia, el siguiente paso de la organización terrorista OTAN antes de centrarse en Irán sería Siria, el último aliado geopolítico de Irán en la zona.

El conflicto sirio se inició casi paralelamente con la invasión de Libia, pero su desarrollo ha sido diferente, y en el caso de Siria considerablemente más costoso que en el caso libio para la OTAN y compañía, puede que en buena parte por el apoyo logístico y militar que Rusia brinda a su aliado sirio, si bien el apoyo de Rusia es algo ambiguo, puesto que también han mantenido contactos con la oposición. Además de que las potencias occidentales tampoco las tienen todas consigo, dado que sus aliados en este conflicto son talibanes del extremismo islámico a los que no es fácil mantener bajo control.

Para derrocar a Gaddafi se utilizó primero la guerra mediática, es decir, definir a Libia como un régimen sanguinario y tiránico bajo la mano de hierro, cruel e inflexible, del coronel Gaddafi, y acusarlo de violar repetidamente los derechos humanos perpetrando masacres contra manifestantes pacíficos. Esto es lo que nos contaron hasta la saciedad para convencer a la opinión pública de la "necesidad imperiosa" de "intervenir" en Libia, independientemente de que la información fuese falsa o las fuentes no estuviesen debidamente verificadas. La verdad realmente no importaba. Tras esto, la ONU impuso una zona de exclusión aérea y dio su aprobación para una "intervención humanitaria" en Libia. El resto de la historia ya lo conocemos.

En Siria, quizás para no desvelar sospechosos paralelismos, se utilizó un método más sutil. Utilizando las manifestaciones populares de corte pacífico contra la deriva autoritaria y neoliberal que estaba tomando el gobierno de Bashar Al Assad, para convertirlas progresivamente en enfrentamientos armados entre ejército nacional y opositores, toda vez que elementos armados provenientes de los sectores religiosos más reaccionarios (yihadistas) y mercenarios pagados con el dinero de Arabia Saudí, Qatar y Estados Unidos tomaron el control de ese movimiento de masas opositor y lo empujaron hacia una dirección violentamente sectaria, vaciándolo de cualquier contenido genuinamente revolucionario que podría haber supuesto una alternativa para los oprimidos en el régimen de Assad.
Así surgió lo que los medios occidentales, a través de Al-Arabiya -medio propiedad de la familia que encabeza la dictadura saudí-, han llamado "Ejército Sirio Libre".
Por supuesto, todo este proceso ha ido acompañado de la correspondiente campaña mediática permanente de satanización del régimen de Assad, y de la justificación u omisión de las atrocidades cometidas por el llamado Ejército Sirio Libre -o "rebeldes"-.

Dos años después del comienzo del conflicto, Siria es un campo de batalla en los cuatro costados. No obstante, y a pesar del estancamiento en en el que se han mantenido durante meses los enfrentamientos entre el ejército gubernamental y los "rebeldes", parece que las cosas no marchan exactamente como querían en los altos estamentos de las potencias que apoyan económica y militarmente a los rebeldes, puesto que al parecer el equilibrio de fuerzas se ha inclinado en favor del ejército nacional desde la toma por éstos del importante enclave estratégico que supone la ciudad de Qusayr, cerca de la frontera con el Líbano. Tras estos sucesos, los medios occidentales corrieron raudos a denunciar la presencia de combatientes "extranjeros" (Hezbollah) en Siria, pero poco han dicho de la presencia de mercenarios extranjeros y grupos yihadistas vinculados a Al Qaeda, los 10.000 hombres de Jabhat Al-Nusra, Ahrar Al-Sham y otros grupos financiados por Qatar y Arabia Saudí -las dictaduras amigas de los yankees-, como tampoco se menciona nada de la intromisión del gobierno turco -también aliado de Estados Unidos y miembro de la OTAN-. Una vez más la manipulación informativa usada como arma de guerra.

En vista de la ventaja militar que ha tomado el ejército gubernamental, las potencias interesadas en el derrocamiento de Assad -otrora aliadas del mismo- están tratando de ayudar desesperadamente a los rebeldes, aumentando el envío de armamento y hasta instalando campos de entrenamiento en Jordania para los rebeldes. 
Según señaló la BBC, Gran Bretaña y Francia argumentaron que "No se puede permitir que el campo de batalla se incline claramente a favor del régimen, como está sucediendo actualmente". Fuentes de la CIA aseguran que entre los rebeldes que están apoyando y entrenando existen grupos vinculados a Al Qaeda. Resulta curioso que se trate de los mismos a los que han estado combatiendo en Afganistán y en Mali en el marco de la mal llamada "guerra contra el terrorismo".

Pero a estas alturas es posible que el apoyo económico y armamentístico no dé los resultados esperados, por lo que las potencias imperiales se han reunido de urgencia para organizar una eventual intervención militar en Siria. La cuestión es que para seguir manteniendo las apariencias de que ellos son "los buenos" necesitan un motivo que justifique la intervención de potencias extranjeras, por lo que se ha recurrido ahora al argumento del uso de armas químicas por parte del ejército gubernamental sirio, lo que sospechosamente nos trae a la mente la gran falacia de las armas de destrucción masiva que supuestamente tenía en su poder Saddam Hussein para justificar el macabro espectáculo de Irak.

Estos falaces argumentos siempre llegan justo después de una reunión de la ONU o del Consejo de Seguridad, lo que no deja de resultar sospechoso, y si analizamos con rigor las condiciones y el contexto del conflicto podemos concluir que estamos ante la última gran mentira utilizada como ataque mediático para derrocar a otro gobierno que ha dejado de serles útil, como en Libia.
El pasado Miércoles 21 de Agosto se produjo un ataque con gas sarín en Ghouta, una región agrícola en la periferia de Damasco, hecho del que el Ejército Sirio Libre responsabilizó directamente al ejército gubernamental, siendo esta la versión difundida repetidamente en los últimos días por los medios pro-imperialistas sin ser ni siquiera verificada.
Y ciertamente el ejército sirio bombardeó la zona sureste de Ghouta, pero en la información vertida por esos medios hay múltiples y monumentales incongruencias, empezando por la desorbitada cifra de muertos que se dan y que no se corresponden con las imágenes difundidas, y siguiendo con que muchas de esas imágenes son descaradamente falsas, pues corresponden a otros lugares, que las supuestas víctimas del ataque no mostrasen los síntomas ligados al gas sarín (asfixia, convulsiones, etc.), además de que la zona afectada llevase meses evacuada debido a los combates.
Cabe detallar que lo que esos medios utilizan como pruebas son videos subidos en un canal de YouTube, y para el caso en cuestión se da el curioso caso de que el supuesto video del ataque del 21 de Agosto fue subido un día antes de dichos sucesos -¿magia? ¿viaje en el tiempo?-.
Tampoco encaja que, habiendo conseguido una importante ventaja en el campo de batalla, sea precisamente ahora cuando el ejército gubernamental decida hacer uso de los agentes tóxicos, menos aún cuando el mismo gobierno sirio ha recibido a la Comisión de Investigadores de la ONU a petición de ellos mismos.

El siguiente video informativo lo explica bastante bien:



Sin embargo, sí que existe un precedente en el bando del Ejército Sirio Libre que debería ser objeto de investigación internacional, pues un integrante del mismo, Abdolá Al-Jaledi, de nacionalidad saudí, publicó a través de su cuenta de Twitter que sus colegas producen y almacenan agentes tóxicos, lo que convierte al Ejército Sirio Libre en potencialmente sospechoso del ataque con gas sarín en Ghouta. Claro que dicha investigación no es lo que interesa a las potencias imperialistas, es más, como dijimos al principio, ni siquiera les importa la auténtica verdad sobre el suceso, lo que importa es que puede usarse para culpar al gobierno que se desea derrocar, y como los medios de comunicación de masas son instrumentos de propaganda al servicio de estas potencias, lo difundirán como el horror del que es capaz el régimen de Assad, y que es preciso frenar, cual policías del mundo, para que no aniquile a su población. Vamos, disfrazarlo de "misión humanitaria".
Pero aquí ya sabemos de sobra en qué consisten las "misiones humanitarias" de la OTAN.

Y el régimen de Assad es condenable por muchos aspectos, es actualmente un gobierno autoritario y reaccionario, pese a ser laico, que encarna a la burguesía nacionalista siria, pero desde luego quienes desde la arena internacional intentan derrocarlo no son mejores y ni mucho menos representan la "liberación" para las clases oprimidas en Siria.

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