jueves, 6 de febrero de 2014

De Gamonal a Kiev

Dos lugares, tan diferentes como distantes. Dos conflictos, que aparentemente tienen la misma esencia, pero que en su seno manifiestan motivaciones muy diferentes. Dos escenarios, con el mismo canalizador: la masa o parte de la masa social, pero con orígenes tan distantes como los propios escenarios, y ello se refleja con sobrada claridad en el contraste tan drástico al tratar ambos escenarios en los principales medios.

Salvo que la conciencia social carezca totalmente de memoria a corto plazo y que estén tan alienados que su raciocinio esté completamente anulado, todo el mundo puede captar fácilmente el doble rasero aplicado por los medios de comunicación de masas oficialistas al tratar actos similares, como son, en este caso, los hechos ocurridos en el barrio de Gamonal, en Burgos, y los que desde el pasado mes de Noviembre tienen lugar en la capital ucraniana.

En el siguiente video, extraído del canal de noticias RT, lo explican con varios ejemplos gráficos de algunos de los principales medios nacionales e internacionales:



Como puede verse en el video, el conocido periódico de derechas ABC utiliza un lenguaje diametralmente diferente para referirse, por un lado, a las concentraciones de los grupos de ciudadanos indignados por la corrupción política y la estafa bancaria en la Plaza del Sol de Madrid, a las que tildan de ilegales, y para referirse luego a las concentraciones de los llamados grupos del "Euromaidan" en Kiev, a las que de una manera totalmente interesada pasan por alto esa legalidad a la que aluden en el caso de las protestas en España, y poniendo el énfasis en este caso en la represión policial sufrida por dichos grupos, esa misma represión que en España ven justa y ejemplar.

La primera pregunta que se haría alguien que desconociese la naturaleza de las movilizaciones en un país y en otro es qué diferencia existe entre ambas para que el trato de los mismos medios ante éstas sea tan extremadamente diferente. Y el hecho en los principales diarios mediáticos nacionales e internacionales es tan contradictorio que roza el surrealismo, puesto que según sea el caso se ponen de parte de "la legalidad vigente" o bien de parte de lo que ellos definen como "la oposición democrática" (lo que ya de por sí pretende hacer entender en el subconsciente social que la otra parte es anti-democrática).
Por supuesto todo responde a unos intereses concretos, y en el caso de Ucrania, esos intereses en realidad se mueven en altas esferas y nada tienen que ver con la voluntad del pueblo ucraniano. Llevan desde el pasado mes de Noviembre vendiéndonos a los grupos pro-europeístas como "la oposición democrática" al polémico presidente Viktor Yanukóvich, concretamente desde que éste último se desmarcara en la negociación de acercamiento de  Ucrania a la Unión Europea y optara por seguir en la órbita de Rusia. Desde entonces, los pro-europeístas y pro-occidentales iniciaron una serie de protestas que pronto derivaron en disturbios y violencia callejera, que pasaron de exigir el acuerdo con Bruselas a exigir el cese de Yanukóvich.

Ni qué decir tiene que los medios principales del mundo occidental, lejos de facilitar una información objetiva y veraz, se dedican a hacer propaganda y apologismo encubiertos de los intereses de Occidente en el conflicto ucraniano al precio que sea, de tal forma que no tienen problemas en justificar los mismos actos (e incluso de tono bastante más elevado) que en otros lugares del mundo condenan enérgicamente, lo cual es absolutamente contradictorio. La diferencia, como ya hemos dicho, la marcan los intereses a los que representan unos y otros.
Dada la negativa de Yanukóvich a acercar a Ucrania a la Unión Europea en detrimento de Rusia, y dada la posición clave de Ucrania en el tablero geopolítico internacional, que constituye la entrada del gas ruso a Europa, los mandamases de Occidente, empecinados en aislar a Rusia en las escaramuzas de una Guerra Fría que al parecer nunca terminó, han decidido que ya no les interesa seguir negociando con Viktor Yanukóvich, y que ahora lo más conveniente es derrocar al gobierno pro-ruso del mencionado Yanukóvich. Y si además se cuenta con grupos afines a esta causa entre la masa social, pues mejor que mejor.

Miembros de Svoboda
Ya desde los tiempos de la Guerra Fría, las potencias occidentales alimentaron y financiaron el crecimiento de una opinión pro-occidental y anti-rusa en el enclave estratégico de Ucrania, una injerencia que ahora ha vuelto a tener especial protagonismo dada la cobertura y el caracter agresivamente tergiversado que los medios propagan sobre el conflicto. Hablan de una "oposición democrática", compuesta a simple vista por ciudadanos europeístas molestos con el presidente Yanukóvich, pero evitan hablar en medida de lo posible de los diversos y polémicos grupos que componen esa oposición y de las motivaciones reales que tienen detrás de ese "deseado" acercamiento a la Unión Europea. Entre esos grupos intencionalmente omitidos está Svoboda, un partido ultra-nacionalista de extrema derecha, de corte filo-nazi, al estilo de los griegos de Amanecer Dorado, junto a otros grupos de corte conservador, neoliberal y pro-occidental como lo son Batkivshchyna (Patria, en su traducción al castellano), o el partido fundado por el boxeador Vitali Klitschko, la Alianza Democrática Ucraniana por la Reforma (UDAR por sus siglas en ucraniano, cuyo significado en castellano es "puñetazo"), que cuenta con mucha simpatía en Alemania, y que entre otras cosas es apoyado por los principales partidos conservadores europeos y recibe financiación de la CSU, el partido de Angela Merkel, siendo el favorito de las potencias occidentales para sustituir a Yanukóvich.

Klitschko, a la izquierda, junto al líder de Svoboda, a la derecha
Oleh Tyahnybok, líder de Svoboda
A estos se unen otro grueso de manifestantes, unos creyendo inocentemente que la adhesión de Ucrania a la UE mejorará su situación política y económica, a los cuales habría que recordarles de manera urgente la situación que viven, sobre todo, los países del sur de Europa después de acatar las recetas neoliberales de la UE, además de la gran corrupción imperante, por lo que esperar que la corrupción en Ucrania desaparezca o decrezca con motivo de la adhesión a la UE, no llevará más que a un doloroso desengaño. Otros de los grupos de manifestantes son los que directamente han admitido ser pagados por participar en las protestas, a los que se unen diplomáticos de países del bloque occidental, como el Secretario de Estado norteamericano John Kerry, que se paseó por la capital ucraniana animando a derrocar al gobierno. Además, la Embajada de los Estados Unidos en Ucrania ha informado de que Washington ha impuesto sanciones contra los responsables de la represión policial. ¿Se imaginan las repercusiones internacionales si, por ejemplo, un diplomático ruso o venezolano se personara en Washington para animar a los integrantes del movimiento Occupy a derribar al gobierno de los Estados Unidos? También el movimiento Occupy era una legítima expresión popular de descontento con el gobierno de los Estados Unidos, y sin embargo éste fue intencionalmente silenciado por la prensa occidental. ¿Quién sanciona a los Estados Unidos por la represión policial contra los manifestantes del movimiento Occupy?

Con todo y con esto hay que decir que el gobierno de Yanukóvich no es tampoco un modelo de ética y de limpieza, que también ha utilizado la represión policial de manera desproporcionada, no obstante, los hechos que han tenido lugar en Kiev, saldándose algunos de ellos con la toma de edificios gubernamentales por parte de los opositores, habrían generado incendiarios titulares por parte de esos mismos medios contra los manifestantes si hubiesen tenido lugar en Hamburgo, en Bruselas, en Washington, o en Madrid, en cuyo caso, con toda seguridad, hablarían de terrorismo, de violencia organizada y de ataque a la democracia, y en donde toda represión policial, por brutal que fuese, siempre sería justificada y considerada como necesaria utilizando la "seguridad nacional" como pretexto. Prueba de ello es lo ocurrido recientemente en el barrio de Gamonal, en Burgos, donde el alcalde de la localidad, Javier Lacalle, del Partido Popular, pretendía llevar adelante un especulativo proyecto urbanístico consistente en la construcción de un bulevar en dicho barrio, promovido por el poderoso constructor, y amigo del señor alcalde, Antonio Miguel Méndez Pozo, a pesar de contar con la oposición en bloque de todos los habitantes del barrio.
Las reacciones de los rotativos oficialistas no se hicieron esperar, como la del diario El Mundo de la que habla precisamente el video anterior, en la que se refiere a las protestas y la resistencia activa contra las fuerzas policiales como atentados contra la democracia, y en donde se instaba a los vecinos de la localidad a esperar a las elecciones para mostrar su opinión.

Sin embargo, a los vecinos de Gamonal, gente humilde, con hijos y en el paro la mayoría, con necesidades mucho más importantes que la de un bulevar, no ha venido a apoyarlos ningún Secretario de Estado, ningún diplomático de los que tanto apoyan a la "oposición democrática" en Ucrania, nadie ha venido a ayudar con una caja de resistencia a estas necesitadas familias, y mucho menos nadie ha sugerido siquiera la posibilidad de sancionar a los responsables de los múltiples abusos policiales que se han dado y se siguen dando en España. Claro, los anti-sistema no interesan. Con ellos toda la mano dura es poca. Y además el gobierno de España es un importante aliado.

Y sin embargo, a pesar de la represión, a pesar de no contar con la más mínima ayuda exterior, a pesar de la brutal manipulación informativa, presentando a la resistencia de Gamonal como a "delincuentes organizados itinerantes", no sólo han conseguido detener las obras del bulevar que el alcalde aseguró que no pararían, sino que además han generado simpatía y apoyo popular a lo largo y ancho de un país en donde el hartazgo por la corrupción, por la estafa de bancos y energéticas, por el desmantelamiento de los servicios públicos, por el retroceso en derechos civiles y por la instauración de un Estado cada vez más autoritario, está muy extendido y aumenta cada día que pasa.

Estas son las grandes diferencias entre Gamonal y Kiev, unos piden que el dinero público sea utilizado para cuestiones de primera necesidad, como financiación para planes de empleo, mantenimiento y mejora de los servicios sanitarios, de las escuelas, etc., mientras los otros están al borde de un conflicto civil armado por una frustrada adhesión a la UE, en medio de una contienda geopolítica entre Oriente y Occidente.
Unos son criminalizados por los medios, los otros son mostrados como la "esperanza" de un país. Unos reciben apoyos oficiales de algunas de las mayores potencias del mundo, los otros son abandonados a su suerte. Unos son abiertamente de derechas, los otros son mayoritariamente de izquierdas y/o contrarios a la política del régimen. He ahí el problema.
Los intereses para los que manejan los hilos, para el Gran Capital, están muy claros, basta con ver alguno de sus telediarios cualquier día de la semana, y prestar atención al tono sesgado utilizado a la hora de hablar de política nacional, y aún más cuando se centran en el plano internacional, pues en ese caso, como saben que nos pilla lejos de nuestros ojos, no tienen el más mínimo pudor a la hora de manipular las noticias.

Gamonal y Kiev son solamente una prueba más de los intereses para los que barren los principales medios de comunicación de masas en los países de la OTAN.

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