martes, 9 de abril de 2013

¿Acaso hay algo que agradecerle a Margaret Thatcher?

Desde el día de ayer tenemos a toda la prensa mundial de derechas de luto por el fallecimiento de la que fuera primera ministra británica entre 1979 y 1990, llenando portadas enteras de alabanzas y homenajes como si su política hubiese supuesto un antes y un después en la civilización, como si sus políticas hubiesen supuesto un gran avance para la sociedad y para el mundo en general.

Ciertamente sus políticas supusieron un enorme cambio en el Reino Unido, pero desde luego no fue a mejor, sentando las bases para la "nueva sociedad" que quería construir junto a Ronald Reagan, otro de los grandes 'neocons' de su momento.
Como decía, la transformación a la que Thatcher sometió al Reino Unido es imposible entenderla como algo positivo a menos que se sea el dueño de alguna corporación o de algún gran banco, porque los de esta clase, la élite, fueron los únicos beneficiarios reales de las agresivas y reaccionarias políticas ultracapitalistas de Thatcher, que se caracterizaron, entre otras cosas, por el desmatelamiento sistemático de lo público, otorgando todo el poder sobre lo público a empresas privadas, que con el tiempo han ido empeorando la calidad de los servicios a la vez que los hacían cada vez más y más caros; o por los brutales ataques contra los derechos de los trabajadores. Por tanto, es de absoluta lógica que a ninguna persona de clase trabajadora le parezca que haya nada que homenajearle a Margaret Thatcher, porque para éstos supuso una auténtica pesadilla materializada en forma de recortes de derechos y privatización de unos servicios públicos que ahora les resultaba imposible pagar debido a los paupérrimos sueldos que percibían.
La imagen que sigue a continuación habla por sí sola del cariño que los obreros ingleses tenían por la señora Thatcher, que celebraban de esta manera su fallecimiento.





Ciertamente Thatcher estaba construyendo (o más bien reconstruyendo) una sociedad, pero desde luego no era nueva, sino que se trataba de la vieja sociedad del patriarcado, antes de los señores feudales, ahora de los grandes capitalistas. Una sociedad en la que una pequeña élite de privilegiados tocados por la mano de Dios concentrase todo el poder, económico y político, mientras se sometía al resto del populacho a los intereses de esta élite.

La derecha neoliberal la describe como una "heroína de la libertad", pero no olvidemos tener siempre presente cuál es el concepto de "libertad" de esta derecha opresora que se disfraza de "demócrata", y es que para ellos la libertad no es otra cosa que el libre flujo de capitales. Pero tiene su lógica, ya que al ser la élite la única capaz de mover grandes flujos de capitales, es la única que se enriquece, y por tanto, en un mundo movido por el dinero, son los únicos que pueden influir y tomar decisiones de gran calado en la sociedad. Al tener el poder de decisión mediante el poder económico disfrutan así de una libertad prácticamente ilimitada. Por eso los neocons tienen la idea de que la "libertad" sólo puede existir bajo el sistema capitalista.

No obstante, esa "libertad" de la que tanto presumen los neoliberales está reservada, ya que toda esa libertad que disfruta la élite es a costa de la del pueblo trabajador, que vive permanentemente sometido a los intereses de esa élite, malviviendo, muchas veces por debajo del umbral de la pobreza, con bajos sueldos, eternas jornadas de trabajo, ningún derecho que reclamar y el miedo constante a la pérdida del empleo, por lo que se acentúa una brecha social entre una élite oligárquica que es la que disfruta todos los lujos y libertades, y una clase trabajadora oprimida y extenuada que no tiene tiempo ni para pensar en el por qué de su situación, ni dinero para permitirse más que lo básico para subsistir, que viven única y exclusivamente para trabajar, trabajar para crear la riqueza que después disfruta la élite. Por tanto, podemos concluir que esa "libertad" no es para todo el mundo, porque a pesar de que la vendan como algo general y para todos, tiene un precio. Una libertad que es tanto más amplia cuanto mayor sea la fortuna que se posea, por eso en el actual mundo capitalista globalizado el dinero está por delante de las personas, por eso tienen más poder las oligarquías de los círculos financieros, los bancos y las grandes empresas que los propios parlamentos.
Y todavía hay quien se pregunta qué ha pasado con la democracia. No se dan cuenta de que este era el plan desde el principio, que la democracia representativa no es más que un mero formalismo para hacer creer a la gente que puede decidir, cuando el poder real lo mantienen los que manejan el poder económico gracias a un sistema pensado por y para ellos, que les permite prácticamente la inmunidad.

La idea de Thatcher era la de hacer desaparecer progresivamente al ciudadano como sujeto social para convertirlo en cliente, en una sociedad ideada sobre las bases de la venta, la compra y el consumo, y que sería dirigida exclusivamente por un grupo de tecnócratas de la clase privilegiada. De ahí también la privatización del sistema educativo, para que sólo los más pudientes pudiesen tener acceso a una formación superior.
Como es lógico estas ideas le generaron un gran número de enemigos entre la clase trabajadora, y ella sabía perfectamente quienes eran sus enemigos de clase, de ahí la dura batalla que mantuvo con los sindicatos durante sus 11 largos años de mandato.

Pero si se es una persona que cree en la igualdad de las personas, en la igualdad de oportunidades y en la justicia social, no se entienden los honores que ahora se ofrecen tan pomposamente, sobre todo en Inglaterra, a la imagen de Margaret Thatcher, cuando el cambio al que sometió al grueso del pueblo británico fue indiscutiblemente a peor si lo que se entiende como bueno es que todas las personas deben tener los mismos derechos, las mismas obligaciones y las mismas oportunidades, que no haya desigualdad social, que no haya clientelismo ni opresión.
Thatcher fue una de los ideólogos del llamado neoliberalismo que hoy hunde en la miseria a medio mundo, del capitalismo más voraz y agresivo. Eso por no hablar de los torturados en las cárceles y los asesinados extrajudicialmente en Irlanda del Norte por las fuerzas de ocupación británicas bajo su mandato, o la guerra colonial contra Argentina para mantener la ocupación de las Islas Malvinas, o el sostenimiento del régimen racista de Apartheid sudafricano, o su polémica amistad con los dictadores latinoamericanos (en la siguiente foto se le puede ver junto al dictador fascista chileno Augusto Pinochet durante la forzosa estancia del criminal genocida en Londres).



Es por todo ello por lo que no llego a entender tanto homenaje, menos aún de los que se dicen "defensores de la libertad" o de los que se autoproclaman como "progresistas".

Otros dicen admirarla por su caracter fuerte y por la firmeza de sus ideas, pero sin embargo por otras figuras como el también recientemente fallecido Hugo Chávez, o el mismísimo Lenin, que también tenían un caracter muy fuerte y unas ideas muy firmes, no se muestra ni la más mínima admiración, pero tampoco es de extrañar sabiendo por quiénes son controlados los medios de comunicación de masas.

Pero a alguien que hizo del desmantelamiento de lo público y la opresión brutal contra la clase trabajadora sus señas de identidad, que sentó las bases del neoliberalismo para la aplicación más depredadora y destructiva del capitalismo, alguien que pensaba que el mundo estaba hecho solamente para los ricos y que los pobres estaban para servir a éstos, alguien que apoyaba y sustentaba a los distintos regímenes coloniales y fascistas en el mundo, y que no dudaba en entrar en guerra para mantener sus intereses imperialistas, ¿qué es lo que hay que homenajearle?

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