viernes, 10 de febrero de 2012

La justicia en España, ni está ni se la espera

Hacia las 2 de la tarde del día de ayer, 9 de Febrero de 2012, se conocía el fallo del Tribunal Supremo de Justicia sobre el encausamiento al juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, al que se ha condenado a nada menos que a 11 años de inhabilitación para la carrera judicial por un supuesto delito de prevaricación.

El enjuiciamiento del único letrado español que ha tenido lo que había que tener para investigar y juzgar los crímenes de la dictadura franquista (fusilamientos, torturas y desapariciones forzosas, entre otros muchos), aparte de destapar los pufos de la mayor trama de corrupción de la era post-franquista (caso Gürtel), algo que desde fuera de nuestras fronteras se ve como algo inaudito e incomprensible, expone a las claras el caracter reaccionario, cerril y corrupto de la justicia española, heredera del franquismo más rancio y retrógrado.

Primero fue acusado de prevaricación, delito que según los entendidos en materia judicial es el más complicado de demostrar en un tribunal pero que sin embargo parece que en el caso del juez Garzón estaba "muy claro", porque el tribunal entiende que el juez ordenó unas escuchas, que por otra parte sirvieron para destapar buena parte de la trama de corrupción Gürtel, y que él no tenía jurisdicción para ordenar dichas escuchas.
Poco importa, visto lo visto, que esas escuchas sirviesen para destapar la trama de corrupción más grande y más sangrante de la historia reciente de España y descubrir a varios de sus implicados, para el Tribunal Supremo lo importante era que Garzón no debía haber metido ahí las narices.

Cuando el caso Gürtel salió a la luz pública provocó un gran escándalo político en el país, pues algunos de los directamente relacionados eran presidentes autonómicos, como Francisco Camps, o presidentes de diputaciones, como Alberto Fabra, pero todos tenían algo en común, que todos pertenecían a la cúpula del PP valenciano.
La presión pública obligó a Camps a sentarse en el banquillo de los acusados, pero contra todo pronóstico (o tal vez no) fue absuelto por "falta de pruebas concluyentes", aún a pesar de la falta de argumentos sólidos para su defensa, proclamándose así la falsa inocencia de uno de los más grandes corruptos del país. Y para redondear, curiosamente sólo unos días después, Garzón, que fue el primero en tirar de la manta del caso Gürtel, es condenado, en lo que pareciera una jugada a varias bandas entre el Tribunal Supremo de Justicia (formado en su práctica totalidad por jueces de ideología conservadora) y altos cargos del PP (de la misma calaña). Así, el proceso de la trama Gürtel se queda paralizado, y en todo caso, irá a parar a las manos de otro juez que se muestre más "benévolo" para con los imputados.

Aunque sea especular un poco, ya que los medios no aclaran demasiado, da la curiosa impresión de que el Tribunal Supremo quisiese evitar, hablando mal y pronto, que la mierda salpicase más alto de lo que ya lo había hecho, intentando minimizar todo lo posible el impacto mediático y las dimensiones que estaba alcanzando la trama Gürtel (a pesar de que la intervención del Banco de Valencia estuviese estrechamente ligada a esta trama de corrupción).
Ahora resulta que el malo era el juez Garzón, al que se le había metido entre ceja y ceja meter a más de uno entre rejas, y los buenos eran Camps, Fabra y compañía, que solamente eran unas víctimas inocentes y honradas que no caían bien al juez.

Pero por si lo de la prevaricación al final no cuajaba para condenar a Garzón, Falange Española de las JONS y el pseudo-sindicato ultraderechista Manos Limpias lo denunciaron por violación de la Ley de Amnistía, por autorizar la exumación de los restos de los represaliados por el régimen franquista que aún se encuentran repartidos por buena parte de la geografía española, y por iniciar en consecuencia una investigación sobre los crímenes y la represión perpetrada hacia el bando perdedor durante la dictadura.

La Ley de Amnistía es casualmente esa ley que amparaba (y ampara) a los dirigentes y responsables de la dictadura franquista, con la que se acordó durante nuestra modélica transición, con el beneplácito de la corona y de los principales partidos políticos de la época, que todo quedaría en el olvido, que no se debía remover nada del pasado y que por supuesto nadie sería juzgado por nada, todo bajo la excusa de tener una transición pacífica hacia la democracia... no fuera a ser que algún general exaltado se tomase a mal lo de empezar a juzgar a los "mártires de la patria por Dios y por España"...

El resultado de la aplicación de esa ley absurda es que los franquistas han seguido campando a sus anchas en las instituciones del Estado, tenemos un Jefe de Estado impuesto a dedo por el dictador Franco, un Tribunal Supremo de Justicia que es heredero directo de la dictadura, un ejército minado de generales franquistas, sin olvidarnos de los de la Guardia Civil... además de la vulneración absoluta del derecho de las víctimas de la represión de la dictadura a reclamar nada, por no hablar de que hoy gobierna en España un partido fundado por un ministro franquista y que la mayoría de sus dirigentes son descendientes directos de dirigentes o personajes de relevancia en la dictadura, que ahora con insultante hipocresía se autoproclaman demócratas.

Siendo de esta manera, ya no parece tan extraño que hayan intentado linchar al único juez que hasta ahora se había atrevido a investigar los crímenes, la represión y el genocidio de una dictadura que nunca fue juzgada ni condenada oficialmente, para vergüenza y repugnancia absoluta de este país.

Imaginen por un momento la misma situación en Alemania, que un juez que investigue los crímenes de lesa humanidad del régimen nazi sea juzgado por inmiscuirse en la historia y querer juzgar a los responsables de aquella barbarie, y que además el Jefe del Estado fuese el sucesor de Hitler, arrebatando al pueblo el derecho de elegirlo, y que el partido gobernante estuviese formado por descendientes de Hitler, Himmler, Göring, Goebbels y las SS.
Esperpéntico ¿verdad? pues esa es la historia surrealista que sufre el pueblo español. Cosas como esta son las que hacen ver que la transición no fue más que la pantomima ideada para que los franquistas saliesen indemnes y pudiesen seguir al frente de las principales instituciones del Estado, además de fomentarse el continuismo del franquismo sociológico, que más de tres décadas después de la muerte del dictador todavía se palpa en la sociedad española.

Por estas cosas y por las que vivimos actualmente, con absoluciones de corruptos derechistas y condenas al único juez que quiso desafiar a la dictadura subyacente es por lo que hoy podemos decir que en España la justicia ni está ni se la espera.

1 comentario:

  1. Se puede decir más alto pero no más claro. En esta parte del mundo las cosas funcionan siempre al revés. Qué vergüenza.

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