No es la primera vez que se habla aquí del actual líder de la mafia catolicista, el Papa Benedicto XVI -como así se hace llamar ahora-, y desafortunadamente creo que tampoco será la última.
En la anterior aparición que tuvo en este blog se habló sobre su anterior visita a España, el motivo de dicha visita, y sobre todo, del coste que supuso para las arcas públicas la visita de "su santidad", y de su polémica intromisión en la historia de España y en la moral de la sociedad española.
Ahora, en su segunda visita en menos de un año -y es que anda preocupado porque España se está convirtiendo en un feudo de descastados-, y con la mayor de las mayores crisis económicas de fondo, vuelve a ser noticia pero esta vez por el comportamiento de todo menos aconfesional que están teniendo las instituciones del Estado español para con el evento.
En el marco de las llamadas JMJ (Jornadas Mundiales de la Juventud), el Estado y sus instituciones se movilizan como en pocas ocasiones, sin escatimar en gastos, para que la estancia de "su santidad" sea lo más plácida, cómoda y placentera posible, así como todo tipo de facilidades para sus fieles devotos.
En tiempos de azote de la mayor crisis económica conocida, este Estado falsamente definido como aconfesional y sus instituciones reaccionarias, veneran como si de un dios salvador se tratase a un individuo cuya moral es más que discutible, y utilizan los fondos de las arcas que por ley y por derecho pertenecen al contribuyente para cubrir de lujos a quien precisamente lujos no le faltan.
Asimismo, los lujos y facilidades irán también destinados a todos aquellos fervientes devotos que deseen acercarse al evento. Entre una de las medidas más insultantes, aparte del secuestro permanente en el que mantienen a institutos y colegios públicos, el exagerado despliegue policial (hasta 10.000 agentes) y sus consecuentes costes o la desorbitada cobertura de los medios -conocida es ya, por ejemplo, la predisposición del Telemadrid de Esperanza Aguirre de cubrir el evento al completo-, es que el billete de metro para los peregrinos haya sido rebajado hasta en un 84% de su precio normal, cuando hace nada que el billete sencillo para los ciudadanos aumentó su precio en un 50%.
Y esto se hace en un Estado cuya Constitución define como aconfesional, cuando se están recortando derechos fundamentales a los trabajadores, cuando los sueldos bajan y el precio de los productos básicos no para de subir, cuando el sueldo mínimo interprofesional no pasa de ser una mera limosna, cuando miles de familias han sido echadas a la calle por no poder hacer frente a esos contratos de esclavitud llamados 'hipotecas', cuando no paran de decirnos que no hay dinero, cuando repiten una y otra vez que hay que apretarse el cinturón, cuando algunos empiezan a insinuar el copago de la sanidad pública, cuando se han anunciado recortes en el presupuesto para la educación pública...
Después de todo esto, el Estado se saca 50 millones de euros para financiar la visita, la estancia y las comodidades de un "vieja guardia nazi", y organizar un macro-evento como si de una gran fiesta nacional se tratase.
A la vista de los hechos está que lo que nos recortan a los trabajadores es, entre otras cosas, para dárselo regalado a la Iglesia católica y a sus devotos más fieles. Nuestro sudor es el lujo del que disfrutan las élites de la sociedad. Y a nosotros nos siguen tomando por imbéciles. Y si salimos a la calle a protestar por estas injusticias nos tachan de "vándalos" y de "parásitos sociales".
Si los que merecen las facilidades del Estado son el Papa y sus devotos, ¿por qué no son ellos los que financian este falso Estado del Bienestar? bienestar que ha quedado más que demostrado que es sólo para los cuatro gatos de arriba y para los capillitas del puño en el pecho descendientes -o supervivientes- de la España profunda, y que al trabajador no le corresponde más que doblar el lomo, callar y tragar.
Si esto es el siglo XXI, si la esclavitud fue abolida y las sociedades patriarcales desaparecieron, que baje Dios y lo vea, porque o algo se está haciendo mal o la historia nos la contaron mal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario