jueves, 23 de junio de 2011

¡Manos arriba! ¡esto es un rescate!


Demasiado ruido como para querer seguir ocultándolo. Grecia está al borde del abismo, en el límite más extremo que separa a la civilización del caos.
La nación helena probablemente vive el momento más crudo de toda su historia desde los principios de la civilización, y es que hablamos de un país cuyo sistema económico, basado en la especulación, ha reventado por todos lados. Y lo peor es que sin recuperarse de este colapso, los especuladores de la banca internacional van a terminar de rematar la faena produciendo un segundo colapso dentro del primero.

La situación de Grecia es insostenible. La especulación, la corrupción y la gran deuda acumulada durante las anteriores legislaturas por los sucesivos gobiernos, ha hecho que la situación llegue a límites nunca antes conocidos, como lo son el hecho de que los sueldos no paren de bajar y bajar (se habla de sueldos mensuales irrisorios de no más de 400-500 euros), y que los precios de los productos y los impuestos no paren de subir y subir (bastante por encima de los precios españoles, para que nos hagamos una idea).
Si a esto le unimos las desmedidas olas de recortes de derechos sociales, la desastrosa gestión de los gobiernos de los dos grandes partidos griegos, y las privatizaciones por doquier de empresas y servicios públicos, se podría entender perfectamente la desesperación y la tensión constante que se respira en Grecia desde hace un año.
Con estos argumentos no solo no escandalizan sino que además se entienden y justifican totalmente las incesantes y crecientes protestas de todo el pueblo griego.

La insolvencia económica de Grecia la abocó a un primer rescate financiero por parte de la Unión Europea y el FMI de unos 110.000 millones de euros, a cambio de un riguroso paquete de medidas de austeridad, esto es, a base de duros recortes sociales y privatizaciones del sector público.

¿Pero cómo se originó esa insolvencia?

Al parecer, entre los años 2000 y 2009, Grecia hizo caso omiso del Pacto de Estabilidad de la UE, según el cual el déficit público no puede superar el 3% y la deuda debe estar por debajo del 60%. En líneas generales, los sucesivos gobiernos de la nación gastaron muy por encima de sus posibilidades reales y llegaron a acumular un déficit del 13,6% en 2009 y una deuda que superaba el 113% del PIB griego.

No contentos con semejante estropicio, el gobierno de derechas de Costas Caramanlis, con el beneplácito de Wall Street, manipuló las estadísticas oficiales y cometió irregularidades sistemáticas para ocultar los datos de la situación que llevaba años arrastrando el país.
La grave situación financiera y llena de irregularidades salio a la vista pública en 2009, a los dos meses de la llegada al poder del gobierno socialdemocráta de Giorgios Papandreu, al desmontarse la cortina de humo del anterior gobierno ("gobierno" por llamarlo de alguna forma).

El 8 de Diciembre de 2009, la magnitud de la deuda era tal que la bolsa y los bonos de Grecia cayeron en picado, lo que le valió para el primer toque de atención por parte de Bruselas. Tras ésto, el Banco Central Europeo (BCE) instó al país a tomar medidas de ajuste. Y así fue como comenzó la primera gran crisis del euro.

No obstante, pese a la inyección de capital y unos recortes sociales llevados hasta el límite, la economía griega continúa deteriorándose pues el país es incapaz de hacer frente a los intereses de los préstamos de la Unión Europea y el FMI. Debido a ello, los países de la zona euro, empeñados en no dejar caer a uno de los países miembros que pueda hacer dudar de su fortaleza y hacer peligrar así a la moneda, están acordando un segundo rescate financiero para Grecia por valor de más de 150.000 millones de euros para poder hacer frente a los abusivos intereses pedidos por los bancos y así salvar al país de la bancarrota.

Ahora bien, si Grecia ha sido económicamente incapaz de hacer frente a los intereses del primer rescate ¿cómo va a serlo para hacer frente a los del segundo rescate, siendo éste aún de mayor cuantía que el primero?

Y es que este segundo rescate, por supuesto, no es gratuito, y para que el FMI lo apruebe exigen al gobierno griego más recortes y aún más duros que los anteriores, a un nivel que ya sobrepasa la total y absoluta falta de respeto al ciudadano. No miran que la ciudadanía griega vive al límite, que ya no puede apretarse más el cinturón, que lo siguiente sería prácticamente no comer y casi no respirar. Pero así funciona el corrosivo mundo financiero. Los poderosos no tienen escrúpulos a la hora sacar las entrañas a quien haga falta para satisfacer sus intereses.
El caso de Grecia llega a unos límites en los que ya no es humanamente legítimo exigir el pago de tamaña deuda, menos aún si es la ciudadanía la que tiene que tapar el inmenso agujero negro dejado por los gobiernos corruptos.

Pero en el FMI no entienden de humanismos, los ya inadmisibles recortes siguen sin parecerles suficientes, y exigen más y más privatización. En esta coyuntura, Grecia se encontraría con la posibilidad de perder lo que le queda de su patrimonio, hasta tal punto de que como apuntaba el diputado liberal alemán Frank Schäffler en Marzo del pasado año "el Estado griego debe desprenderse de forma radical de sus participaciones en empresas y también vender terrenos, como por ejemplo, sus islas deshabitadas". Es decir, más o menos de forma maquillada, se está instando a Grecia literalmente a vender el país como si de una empresa privada se tratase.
¿Pero qué clase de seres están al frente de los poderes financieros?

Ante esta situación, los especuladores se frotan las manos y discuten sobre el trozo del pastel que se llevarán, pues son plenamente conscientes de que Grecia no podrá hacer frente a la deuda contraída, mucho menos cuando ésta con el segundo rescate aumentará aún más su volumen, por lo que se están preparando para lo que será en toda la regla el desvalijamiento del país. Un país, la cuna de la cultura clásica occidental, fuente del conocimiento y el pensamiento, vendida a la banca, desvalijada por un miserable grupo de chorizos especuladores codiciosos.

Y el genio portugués del Parlamento Europeo, Durao Barroso, ya ha dejado claro que no apoyará ningún otro tipo de solución aparte de las que exige el FMI. Lo que, una vez más, me trae a la mente el deseo irrefrenable de que el pueblo griego actúe como lo hizo el pueblo islandés. Pero claro... eso de nacionalizar la banca no está bien visto para los oscuros intereses de los cuatro poderosos que manejan los hilos.

¿Y en qué nos salpica a nosotros los españoles lo que ocurra con Grecia? Pues para empezar que tanto Grecia como España son miembros del mismo órgano económico internacional, ambos pertenecen a la Unión Europea. El primer rescate a Grecia ya costó a las arcas españolas casi 9.800 millones de euros (puesto que todos los países de la unión deben aportar en relación a su peso económico), y, como en Grecia, ¿quiénes piensan que pusieron el dinero para el primer rescate y quiénes lo pondrán para el segundo? por supuesto el Estado, lo que supone que el precio lo pagamos entre todos a base de subidas de impuestos, tipos de interés y precios en general. Por supuesto ninguno de los causantes de tal situación lo pone de su bolsillo.

Y por supuesto nadie se atreve ni a admitir el más que evidente colapso del capitalismo y su obsoleto y desfasado modelo de negocio, ni mucho menos a insinuar el planteamiento de un sistema económico diferente. El dinero es poder, y el poder es demasiado goloso, se aferrarán a él como a un clavo ardiendo, no darán por perdido al capitalismo salvaje que les permite lucrarse así como así.

Nos mean y los medios de comunicación nos dicen que llueve. Mientras tanto, la plaza Syntagma de Atenas, así como la de la mayoría de las principales ciudades griegas se siguen abarrotando, a las que se van uniendo las principales plazas de las ciudades más importantes del mundo.
La ciudadanía aguanta muchísimo, pero el límite de la paciencia se está sobrepasando. Es un aviso de lo que está por venir.


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