viernes, 5 de febrero de 2016

¡Que vienen los comunistas!


Llevamos varias semanas especulando sobre quién será el que acabe encabezando el próximo gobierno de España, que en cualquier caso tendrá que ser un gobierno de coalición, y mientras las partes contendientes discuten los posibles pactos ya hay un sector que ha dictado sentencia: el del casino financiero, también conocido como banca de inversiones.
Ante la única propuesta clara de gobierno que de momento ha trascendido, que sería una coalición pretendidamente progresista entre PSOE y Podemos, con Pedro Sánchez, Secretario General del PSOE, de presidente, y Pablo Iglesias, Secretario General de Podemos, de vicepresidente, con el apoyo de otros grupos como IU-UP y posiblemente otros de corte nacionalista como ERC, la banca de inversiones ya ha dejado claro que una coalición en la que tenga presencia la "extrema izquierda" sería poco menos que el apocalipsis.

Los argumentos esgrimidos por la gran banca se centran en que esa coalición, probablemente, pondría en marcha "un cambio significativo en la política fiscal -que aún estaría por ver- que traería consigo la eliminación de las políticas de contención del gasto público y el incumplimiento de los objetivos de déficit comprometidos", esto es, para que nos entendamos, paralización de las políticas de recortes y privatizaciones en servicios públicos, hechos estos que desde luego en la especulativa banca de inversiones ven negativos ya que los privaría de lucrarse con el gran negocio de las privatizaciones. O al menos no se lucrarían de la misma forma en que lo venían haciendo durante los últimos cuatro años.

Es cuanto menos para mirar con lupa el argumento de que se disparará el déficit público por paralizar los procesos de privatización de bienes y servicios públicos, como si el único origen del déficit fuese el mantenimiento de esos servicios. Habría que recordarles a esos señores para los que las personas no son más que números que durante la legislatura que acaba de terminar, con un gobierno que según ellos trajo "reformas estructurales positivas", la deuda pública llegó a alcanzar el 100% del PIB nacional. No hablan de la cantidad de proyectos faraónicos innecesarios puestos en marcha por gobiernos locales y autonómicos del Partido Popular que costaron una cantidad indecente de dinero público, de los innumerables casos de fraude fiscal, del que son protagonistas las grandes empresas, que acumulan un porcentaje superior al 70% del fraude fiscal total en España. Pero claro, eso no es un problema, porque las beneficiarias de dicho fraude son empresas que están participadas precisamente por la misma banca que llama al "estado de alarma" ante la posible llegada de la "extrema izquierda" al poder. Tampoco había ningún problema por muchos pufos bancarios que estallaran, ya que allí estaría el Ejecutivo del Partido Popular para cubrirlos con fondos públicos, aunque hubiese que hipotecar para ello hasta el aire que respiramos. No, claro, ninguno de esos casos era un problema para el objetivo de déficit, el problema son los servicios públicos, las pensiones y los "altos" salarios -de los trabajadores se entiende, que los de los directivos al parecer están más que justificados y nunca son lo suficientemente altos-.

Lo más insultante del asunto es cuando ligan el crecimiento económico del país con su tasa de ganancias, como si la situación económica y social del país dependiera en exclusiva de los beneficios de la banca de inversiones, y lo hacen con declaraciones de alarma típicas del recurrente discurso del miedo, barruntando el desplome del crecimiento económico, una subida brutal de la prima de riesgo, paralización de la creación de empleo y demás escenarios catastróficos que se les vayan ocurriendo sobre la marcha.
Pero de hecho, durante los últimos cuatro años el crecimiento económico se ha mantenido prácticamente plano, y la creación de empleo no ha brillado desde luego ni por la abundancia ni por la calidad del nuevo empleo creado, los salarios han estado permanentemente en bajada, se han disparado los desahucios y la pobreza, el hambre y la miseria han subido como la espuma. Se ha llegado a crear incluso una nueva figura: la del asalariado precario que ni con trabajo es capaz de cubrir sus necesidades básicas. Y eso pasaba con el gobierno estable y "sensato" con el que la élite financiera mojaba las bragas.

¿Es este el modelo de país que quiere la banca de inversiones? Pues sí, porque mientras las clases trabajadoras de este país han estado subsistiendo y cargando con el peso de la mal llamada crisis, quienes no han parado de engordar sus ganancias durante todo este tiempo han sido precisamente las élites financieras gracias sobre todo a las regresivas reformas fiscal, laboral y del sistema de pensiones -lo que ellos llaman reformas estructurales- que puso en marcha el gobierno del Partido Popular, pensadas y diseñadas para favorecer siempre al gran capital.

Enlazando con el tema del déficit público, otro apunte del argumentario de la gran banca que hay que analizar detenidamente es ese de que si se produce la coalición "maldita" la prima de riesgo se disparará y se pondrá por las nubes. Sin números encima de la mesa, sin que se haya aprobado ninguna medida, e incluso sin que hayan llegado ni siquiera a concretar ningún pacto de gobierno, los "analistas" a sueldo del lobby financiero, como si dispusieran de una bola de cristal o del don de la clarividencia, ya dan como un hecho asegurado que la prima de riesgo se va a disparar, lo que va a generar desinversiones, y por tanto caída de la actividad económica.
Resulta curioso que la susodicha prima de riesgo siempre tenga tendencia al alza cuando existe la probabilidad de que se forme un gobierno con una visión de la economía diferente a la que marca el dogma neoliberal. Cualquiera diría que la prima de riesgo es una herramienta utilizada para ejercer presión y generar miedo en la opinión pública ante cualquier perspectiva de cambio en la política económica. Nunca se ha visto a la prima de riesgo subir por los casos de corrupción de los gobiernos neoliberales, ni por el aumento de la pobreza, ni por la ejecución diaria de cientos de desahucios. Y todo eso afecta igualmente al estado y al ánimo social, a pesar de que en esos casos la prima de riesgo refleje estabilidad y armonía.

Hablan también de que si se forma la coalición "apocalíptica" habrá enfrentamiento con Bruselas con motivo del incumplimiento del objetivo de déficit. Pero volvemos a lo mismo de antes, ya que el origen del déficit no viene exclusivamente del mantenimiento de servicios públicos, pero por las órdenes de Bruselas cualquiera diría que el déficit público lo originan únicamente la sanidad pública, la educación pública y el sistema público de pensiones, porque estos tres elementos son siempre el objetivo prioritario de los recortes. Podrían ordenar que se recortara en presupuesto militar, o en la monarquía, o en la multimillonaria partida destinada a la Iglesia, o en los privilegios de la élite terrateniente, pero no, los recortes presupuestarios van siempre en la misma dirección: educación, sanidad y pensiones, lo que evidencia una clara prioridad para mantener todas esas estructuras que permiten a la élite dominante mantener el poder, y una clara intención de mermar los servicios públicos fundamentales para las clases trabajadoras para luego privatizarlos. En definitiva, en el ideal de sociedad mercantilizada al que aspiran en la Troika se pretende despojar a la clase trabajadora de cualquier tipo de protección social y convertirlos en meros clientes consumidores, diluyendo con ello toda identidad como ciudadanos y como clase social. No se trata de que no existan más vías para salir de la crisis económica, lo que no hay es voluntad política de tomar otra vía. Es una cuestión de prioridades, y la prioridad de la élite dominante no es la protección social de los trabajadores, sino seguir acumulando capital y expandir sus imperios económicos hasta el infinito y más allá. Y para ello necesitan trabajadores dóciles. Los pobres que no puedan pagarse una carrera universitaria tendrán una formación básica y servirán como mano de obra barata, y no dispondrán de tiempo ni fuerzas para pensar en el por qué de su situación. Los ricos que puedan costearse una carrera y un carísimo máster patrocinado por la gran banca, adquirirán una formación técnica superior con un enfoque estrictamente corporativo ligado a la lógica neoliberal. Éstos últimos por supuesto tampoco tendrán problemas para costearse un seguro médico y un plan de pensiones privado, y les habrán enseñado que la Seguridad Social y el sistema público de pensiones son un gran derroche para el país.
Lo lógico sería que un gobierno con un mínimo de decencia y conciencia humana se enfrente a Bruselas por estos motivos y por otros muchos, como por ejemplo el desprecio y el trato inhumano a los refugiados de los conflictos en los que ellos mismos participan, el silencio cómplice ante la violación de los Derechos Humanos en Europa, el trato de favor hacia gobiernos que están aplicando políticas de corte fascistoide, como los de Hungría o Ucrania, o la posición sumisa adoptada respecto a EEUU para involucrarse al 100% en sus criminales aventuras bélicas.

Por supuesto, en todas las decisiones que emanan de Bruselas tienen mucho que ver los lobbys financieros, pues muchos de los eurodiputados son miembros de estos lobbys o de empresas multinacionales participadas por los mismos, y es que el lamentable reglamento del Parlamento Europeo no incompatibiliza la labor de eurodiputado con el de la gestión o la participación en empresas afectadas por las votaciones que se llevan a cabo, lo que vicia de manera irreversible la democracia europea, que se ve siempre supeditada a los intereses de los lobbys, que son los que están detrás de la Troika y de sus dictados. De hecho, demasiado es ya con regalarle el adjetivo de "democrática" a una institución que permite el acceso completo a los lobbys a documentación sobre políticas y tratados, mientras que los propios eurodiputados tienen ese acceso restringido. Un ejemplo claro de esto es el texto del Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP por sus siglas en inglés). Así funciona la dictadura del mercado.

Por estas razones, entre otras muchas, es por lo que invito a dudar de las declaraciones apocalípticas de los voceros de instituciones como el Banco Santander, el BBVA, Barclays, Deutsche Bank, JP Morgan o Standard & Poor's, que en cuanto perciben un posible riesgo, por mínimo que sea, para sus insaciables intereses, empiezan con el bombardeo mediático para generar miedo e histeria colectiva, y más aún si se forma un gobierno con presencia de comunistas-radicales-comeniños-antisistema, aunque en la práctica no sea más que una coalición de caracter socialdemócrata.

Ya lo dijo en su día Malcolm X: "Si no estáis prevenidos ante los medios de comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido".

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