miércoles, 5 de marzo de 2014

La guerra sucia contra Venezuela


En los últimos meses, los acontecimientos en la arena internacional han alcanzado un ritmo frenético, pues no se terminaba de salir de un conflicto que ya había comenzado el siguiente. En muy poco tiempo pasamos del conflicto sirio y los vientos de guerra que arreciaban amenazando con destruir lo que aún quedaba de ese país, a Ucrania y el conflicto del Euromaidan que ha acabado llevando al poder a grupos de la ultraderecha más reaccionaria, y cuyos efectos no han tardado en dejarse notar, pues a la tan deseada firma del acuerdo de colaboración de Ucrania con la Unión Europea le han seguido las persecuciones, humillaciones y brutales agresiones contra rusos, judíos y comunistas. Cualquier parecido con la Alemania Nazi no es una coincidencia, no en vano los ultraderechistas descritos por los medios occidentales como "héroes de la democracia" han enarbolado y hasta desplegado en edificios públicos banderas con el retrato del ultranacionalista Stepan Bandera, colaborador de los nazis en Ucrania durante la Segunda Guerra Mundial.

Y casi al mismo tiempo, en un más que sospechoso paralelismo de los acontecimientos, comienzan unos altercados en Venezuela, que empezaron con un grupo de estudiantes de las llamadas clases media y media-alta, y que como ya es costumbre en ese escenario, fueron utilizados por los sectores más reaccionarios y recalcitrantes de la sociedad venezolana y por los servicios secretos norteamericanos para iniciar una escalada del conflicto y desestabilizar al gobierno, recibiendo éste a su vez una amplificada cobertura en los principales medios de las potencias occidentales para, una vez más, hacer la guerra psicológica al actual gobierno venezolano, formando una opinión absolutamente distópica de dicho gobierno, que es presentado a los telespectadores como totalitario, represivo y corrupto en todas sus facetas.

La cercanía de los hechos nos permite ver con más claridad las relaciones existentes entre los acontecimientos de Venezuela y los de Ucrania. Aunque desde los mass media se intente dibujar la imagen de movimientos populares surgidos de manera espontánea contra sus gobiernos, lo cierto es que ni el Euromaidan en Ucrania ni los "guarimberos" en Venezuela surgen de manera espontánea, como tampoco lo son los patrones de actuación que siguen. Está ampliamente demostrado que Estados Unidos ha estado financiando y formando una oposición en Ucrania desde los tiempos de la Guerra Fría, y el Euromaidan no es una excepción, como tampoco lo fue la llamada "Revolución Naranja" de 2004. Y lo mismo lleva ocurriendo en Venezuela desde que Hugo Chávez llegara por primera vez a la presidencia de la república, tal como desvelan los cables de WikiLeaks o incluso el diario británico The Guardian. El golpe de Estado que sufrió el gobierno de Hugo Chávez en 2002 no fue un evento casual, y desde luego, tampoco fue obra de los deseos del pueblo venezolano.

Es de suponer que viendo el acontecer de los hechos en Ucrania, donde los grupos paramilitares y organizaciones ultraderechistas pronto tomaron el control, en el Departamento de Estado norteamericano pensarían que si en Venezuela se seguía la misma táctica, la de utilizar a población civil como unidad de choque para derribar gobiernos, recogerían un resultado similar. En Ucrania tuvieron éxito porque la oposición progresista de ese país estaba débil y dividida desde hacía años. Pero como ya se ha comprobado, Venezuela no es Ucrania, los mensajes distorsionados y la propaganda falseada no tienen tanta penetración como han tenido en Ucrania, y además, en Venezuela los sectores progresistas y de izquierdas sí están mucho mejor organizados y tienen un importante arraigo social, que es lo que permitió desmontar el golpe del 2002, y lo que ha permitido al chavismo resistir hasta el momento la constante injerencia norteamericana, los sabotajes y las innumerables campañas de difamación sobre el gobierno venezolano y la situación del país en los países de la Alianza del Norte.

Aunque las campañas de propaganda contra el gobierno venezolano han sido una constante desde que salió del poder el último presidente pro-neoliberal y pro-estadounidense (Rafael Caldera), éstas se intensifican periódicamente cada cierto tiempo y dependiendo en parte de los acontecimientos que se den en la arena geopolítica internacional. Se ha aprovechado cualquier tipo de acontecimiento para inculcar la idea, aunque sea de manera sutil, de que el chavismo es negativo para Venezuela y para el mundo, ya fuese con motivo de la celebración de comicios electorales, o incluso en los actos programados por el funeral de Hugo Chávez, fallecido hace un año.
Desde el advenimiento de la Quinta República, y a pesar de haberse promulgado una constitución que otorgaba mayores proporciones de participación ciudadana en la política del país, pasando de una democracia representativa a una democracia participativa, desde los medios de países más pro-liberales, hostiles a cualquier tentativa de socialismo, se ha afirmado siempre sin ningún tipo de pudor que el gobierno chavista era una dictadura disfrazada en la que se amañaban todos los procesos electorales, aunque los observadores internacionales concluyesen todo lo contrario. Es su única manera de justificar ante sus fieles televidentes que un mismo gobierno, contrario a la santa doctrina del libre mercado y de la acumulación sin límites, pueda ganar unas elecciones tras otras.

Lo único que hacía falta para mostrar en imágenes que Venezuela era un infierno de "represión comunista" era provocar situaciones de tensión social y alteraciones del orden público que obligasen al gobierno a utilizar la fuerza policial, de manera que ya fuese por una razón o por otra, podrían acusar al gobierno venezolano o bien de reprimir violentamente cualquier tipo de protesta en su contra, o bien de absoluta incompetencia al no poder garantizar la seguridad ciudanana. Y para crear tensión social sólo hay que poner de acuerdo a los actores adecuados. Por un lado, las grandes empresas privadas, participadas la mayoría de ellas con capital norteamericano, que declararon la guerra económica al gobierno, y que se ha comprobado que han retenido stocks de productos básicos en almacenes clandestinos para generar desabastecimiento. Entre sus abusos también se encuentra la abusiva inflación de los precios, que en algunos productos llegó a superar ¡el 1200%!
Por otro lado, los medios de comunicación, cuya mayoría en Venezuela son privados y hostiles al chavismo, que pregonan el mensaje de que el desabastecimiento es culpa de la política gubernamental chavista. Y en medio, una masa de jóvenes acomodados de familias pudientes que vivieron mejores tiempos con los gobiernos del Punto Fijo, fácilmente permeables a las críticas que pregonaban los medios. Lo único que faltaba eran las imágenes de la represión, aunque fuesen descaradamente falsas o manipuladas, como las que mostró el diario Público, para disparar las condenas internacionales contra un gobierno que nunca gustó a las democracias del bien. El conflicto estaba servido, y la guerra sucia seguía su cauce.
De todo ello se dio buena cuenta en el programa de radio Frente Obrero, que se puede escuchar aquí, en el que se contó con la participación de un ciudadano venezolano que está viviendo en primicia los sucesos que allí tienen lugar, y que sirvió para desmentir buena parte de la gran manipulación informativa de la que en Occidente estamos siendo objeto.

El momento para la enésima campaña anti-chavista era propicio tras el clima internacional generado por la deposición de Yanukóvich en Ucrania, que se ha intentado mostrar como ejemplo para la oposición derechista venezolana. Pero para la política exterior estadounidense, la caída del gobierno chavista no tiene únicamente como motivo el que sea favorable a Cuba y a las políticas de corte socialista. Otro de los grandes motivos es que Venezuela es el mayor productor de petróleo del mundo, por delante incluso de Arabia Saudí, además de que es un importante socio comercial de Rusia, a la que se está pretendiendo aislar y castigar sobre todo desde que ésta, junto a China, vetara la agresión a Siria en el Consejo de Seguridad de la ONU. Pero se rumorea que los planes sobre Rusia van mucho más allá de un simple castigo, y que se podría estar planeando el desmembramiento de la Federación Rusa tal como hoy la conocemos, cosa que no parece descabellada si echamos la vista a Yugoslavia, o más recientemente a Sudán, en cuyos conflictos participó directa o indirectamente Estados Unidos y en los que sendos países quedaron desmembrados.
Ciertos o no esos planes, lo cierto es que tras el movimiento de tropas rusas en la península de Crimea, en el sur de Ucrania, se ha acentuado el clima de tensión entre Estados Unidos y Rusia a niveles nunca vistos desde el auge de la Guerra Fría, hasta el punto de que podría derivar en un conflicto armado, para lo cual, ante un rival de la talla de Rusia, contar con la disponibilidad del mayor productor de petróleo del mundo resultaría francamente beneficioso para Estados Unidos.

Por el momento, esto último son conjeturas, pero se da el hecho de que las piezas encajan en el puzzle de la geopolítica mundial, por lo que, tanto para neutralizar a un gobierno de corte socialista y pro-cubano, como para hacerlo parte de una estrategia global para eliminar a Rusia, la guerra sucia contra Venezuela juega un papel fundamental. Y es por ello que no dejaremos de oír mensajes de demonización del régimen venezolano mientras se silencian deliberadamente las protestas populares en los regímenes aliados del eje del bien como el de Arabia Saudí.

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