sábado, 21 de diciembre de 2013

El legado de Mandela


Reconocido mundialmente como el héroe que hizo posible la igualdad entre blancos y negros en Sudáfrica, terminando con ello el tristemente célebre régimen racista del Apartheid, Nelson Mandela es también considerado un modelo para la humanidad por haber terminado encauzando su lucha por la vía de la paz y la concordia en lugar de por el revanchismo, después de haber pasado 27 años encarcelado por el régimen que lo tachó de terrorista.

Ciertamente, en la década de los 60, y después de infructuosos intentos de lucha pacífica contra el Apartheid, el régimen endureció las leyes para criminalizar y reprimir violentamente la protesta (¿les suena de algo?), por lo que Mandela, a través del Congreso Nacional Africano (ANC por sus siglas en inglés), tomó la vía de la lucha armada como última alternativa para luchar contra un régimen que había decidido utilizar abiertamente la violencia para reprimir a sus opositores.

Según Amnistía Internacional, que nunca consideró a Mandela un preso político, justificaba su postura alegando que: «Nelson Mandela participó en la planificación de actos de sabotaje y de incitación a la violencia, de modo que no cumple con los criterios para calificarle como un prisionero político. No es el delito de su opinión lo que le llevó a la cárcel, sino, como el auto en su contra, la preparación, manufactura y uso de explosivos, lo que incluye 210.000 granadas de mano, 48.000 minas antipersonales, 1.500 temporizadores, 144 toneladas de nitrato de amonio, 21,6 toneladas de pólvora de aluminio, y una tonelada de pólvora negra. 193 actos de terrorismo cometidos por su organización entre 1961 y 1963.»

Pero lo cierto es que estos actos nunca fueron gratuitos, pues Nelson Mandela había decidido crear el brazo armado del ANC tras la matanza de Sharpeville protagonizada por la policía del régimen contra manifestantes que protestaban contra el Apartheid en Marzo de 1960, en la que murieron 69 personas, incluyendo a mujeres y niños, y otras 180 fueron heridas. Tras la masacre, el régimen decretó el estado de emergencia, tras lo que fueron detenidas más de 11.700 personas.

A partir de entonces comenzó la lucha armada y lo que el régimen sudafricano definió como "actos terroristas", pero como contó el mismo Mandela: «Cada altercado apuntaba a la inevitable intensificación entre los africanos de la creencia de que la violencia era la única salida; mostraba que un Gobierno que emplea la fuerza para imponer su dominio enseña a los oprimidos a usar la fuerza para oponerse a él. Llegué a la conclusión de que, puesto que la violencia en este país era inevitable, sería poco realista seguir predicando la paz y la no violencia. No me fue fácil llegar a esta conclusión. Solo cuando todo lo demás había fracasado, cuando todas las vías de protesta pacífica se nos habían cerrado, tomamos la decisión de recurrir a formas violentas de lucha política.»
Por estas razones, que como en el ejemplo de la Revolución Cubana, amenazaban los intereses de la clase dominante nacional sudafricana e internacional, Nelson Mandela fue inmediatamente considerado como un terrorista criminal por las principales potencias del mundo occidental, de hecho, Estados Unidos ha mantenido este reconocimiento de Mandela hasta el año 2008. Y si además le añadimos a los hechos su simpatía hacia los comunistas, su solidaridad con la Revolución Cubana, y su amistad con Fidel Castro, pues tenemos todos los ingredientes para que las "democracias ejemplares" metieran a Mandela en el saco del Eje del Mal.


¿Y qué fue entonces lo que pasó para que las potencias del bien pasaran de considerar a Mandela un terrorista a considerarlo un modelo para la humanidad?
La oficialidad dice que el motivo fue su firme lucha por la igualdad de blancos y negros, su lucha contra el racismo de un régimen que casualmente era apoyado por potencias del bien como Estados Unidos, Reino Unido o Francia. Una lucha que pasó de ser armada a pacífica después de 27 años de prisión, lo que le valió un premio Nobel de la Paz.
¿Pero por qué este cambio de opinión de las potencias democráticas del bien?
No es que esas potencias hubiesen dejado de apoyar en ningún momento al régimen del Apartheid sudafricano, es que para principios de los 90 el régimen se caía a pedazos, por lo que había perdido toda su legitimidad internacional, y Mandela, que había sido liberado y había conseguido ganar unas elecciones en medio de un inmenso apoyo popular con un discurso de ruptura pacífica con el Apartheid, llegó al poder bajo una política mucho menos revolucionaria que la que pregonaba antaño. Se nacionalizaron sectores claves de la economía sudafricana y se pretendió hacer un mejor reparto de la tierra pero nunca se planteó una reforma agraria, por lo que la minoría que conformaba la élite económica y las potencias con intereses en Sudáfrica dejaron de ver amenazados sus privilegios. Al no haber amenaza de que la nueva Sudáfrica se convirtiese en un estado socialista, empezó a fabricarse la aceptación y la idealización mediática de la imagen de Nelson Mandela.


Mandela consiguió que la población negra de Sudáfrica fuese reconocida junto a la población blanca en igualdad de condiciones, se le reconocieron derechos hasta ese momento exclusivos de los blancos, pero lo que no consiguió fue eliminar el clasismo en un país fuertemente azotado por las desigualdades sociales y económicas. De hecho, actualmente Sudáfrica es uno de los países más desiguales del planeta, donde el 20% más rico –mayoritariamente blanco- acumula el 80% de la riqueza. Sólo el 3% de las tierras cultivables están en manos de agricultores negros. Los blancos conservan la propiedad del 97% restante, si bien hay blancos pobres, peones de origen holandés (afrikáners), que viven en campamentos sin agua ni electricidad.
Los trabajadores negros ganan seis veces menos que los blancos. En torno al 23% de los hogares carecen de agua y electricidad. Uno de cada cinco adultos está infectado de SIDA, la mitad de los jóvenes carecen de empleo y se produce una violación cada 26 segundos. Según un reportaje realizado el 31 de marzo de 2011: “Las estadísticas en Sudáfrica sobre violencia contra mujeres y niños marean por su magnitud: se habla de una mujer violada cada 26 segundos, una mujer asesinada cada seis horas, seis veces más que la media global."

De esta forma se explica que los que consideraron a Mandela un terrorista, de repente lo pasasen a considerar un modelo para la humanidad -siempre según el criterio de éstos-, ya que al llegar al poder, Mandela renunció a gran parte de sus pretensiones revolucionarias de antaño, no confrontó el clasismo, su política económica se plegó al liberalismo, por lo que económicamente apenas hubo cambios, la desigualdad entre clases se mantuvo. Solamente una pequeña parte de la población negra emergió como "clase media". Fue su renuncia a un modelo "socialista" de sociedad lo que le avaló frente a las potencias hegemónicas, al contrario de lo que ocurriría con su colega Fidel Castro.

Para terminar, quisiera aclarar que este artículo no pretende desmerecer el mérito y la gran lucha llevada a cabo durante años por Nelson Mandela, que se convirtió en símbolo mundial de la lucha contra el racismo, pero que lamentablemente no consiguió -o no se atrevió a- dar los pasos para erradicar la gran desigualdad social de Sudáfrica, y que habrían hecho de su lucha un símbolo casi divino en todos los sentidos, pero que de haberlos llegado a dar, quizás hoy la prensa internacional estaría recordando a Nelson Mandela como a un "tirano" en lugar de como al libertador que fue.

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